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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Aquellos impactos "poco significativos" y "transitorios" en la economía española por el coronavirus que decía la responsable económica del Gobierno el pasado 4 de marzo, nos están haciendo morder el polvo, Don Carlos, cual caballeros del Medioevo cuando mortalmente heridos, tomaban un puñado de tierra y lo besaban, como postrer reconocimiento a la Madre Tierra. Como no se remedie, eso es lo que le espera a la economía española. El Banco de España lanza su mensaje ante la magnitud de la perturbación. Nada de simple chaparrón primaveral. Y por el cariz del asunto, eso no tiene pinta de resolverse. La Covid-19 no solo es una fuerte sacudida, como fatal terremoto para nuestra economía, sino el primer seísmo de una serie de réplicas que se cronifica. Crisis que, por el largo confinamiento y la prolongada paralización de la actividad, y la ausencia de medidas rumbosas por parte del Gobierno, se llevará por delante a cientos de miles de empresas, sin capacidad de supervivencia, y millones de empleos.

Nuestro PIB se despeña en 2020, y en 2021 no remontará como para rehacernos del duro varapalo. Nuestras finanzas públicas entran en jaque, con visos de mate, precipitándose al vacío de un déficit insoportable y una deuda pública inasumible. Tendrán que socorrernos. El esfuerzo del Estado por la crisis es exiguo: 30.000 millones de euros, 3% del PIB, y con eso no basta para enderezar el rumbo aciago de nuestra economía. Es ahora cuando el Estado tiene que gastar hasta el último céntimo para evitar el hundimiento de la economía española. Y, luego, el día después, será tiempo de reformular nuestro gasto público que pide a gritos la aplicación de un presupuesto base cero, donde nada de lo anterior sirve ya, soslayando gasto superfluo y reajustando el cuadro fiscal. Mordemos el polvo, Don Carlos, cual caballeros del medioevo…