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Carlos Herrera  

 

COPE

La sección Psicópatas de Diego Martinez trata hoy en Herrera en COPE el caso de Bruno Lüdke, considerado como uno de los asesinos en serie más temible en Alemania. Sufrió un traumatismo craneal lo que le provocó ciertas limitaciones y con dificultades para aprender. En su pueblo era conocido como el bruto y otros lo llamaban el tonto. Tras dejar los estudios se puso a trabajar en una lavandería de la familia. Tras la muerte de su padre en 1937, Lüdke tiene problemas con la policía al ser denunciado por haber maltratado al caballo que tiraba del carro de la lavandería.

CADÁVER DE FRIEDA RÖSSENER

El 29 de enero de 1943, unos niños encontraron el cadáver de Frieda Rössener, una viuda de 59 años que había sido estrangulada, violada y posteriormente robada. Un equipo de investigación descubrió que un hombre con retraso mental y ropas de obrero merodeaba por el lugar con frecuencia. La persona identificada fue Bruno Lüdke y fue arrestado.

Cuando los agentes interrogaron a Bruno se percataron de que tenía manchas de sangre en su ropa, y cuando le preguntaron por estas él dijo que era de una gallina, y como dichos policías habían encontrado plumas en la escena del crimen Bruno fue arrestado. Luego llegó a admitir que violó y asesinó a 51 mujeres en 15 años, ante la mirada atónita de la policía.

MÁS CRÍMENES CONFESADOS

Después de confesar el asesinato de Frieda Rössener, Bruno afirmó haber cometido los asesinatos de Käthe Mundt, Bertha Schulz y el matrimonio Umann. Las pruebas contra Bruno en aquellos crímenes se limitaban a su confesión, sin que pudiese reforzarla con alguna pista sobre el paradero de los objetos robados o detalles sobre los lugares en que se cometieron.

La mayor parte de los crímenes tuvieron lugar en Berlín, pero también se cometieron otros en Hamburgo y Munich. Y estaba claro que Bruno tenía graves problemas para orientarse, no conocía la geografía de Alemania, incluso no distinguía provincias de ciudades y ni siquiera sabía comprar un billete de tren. Sin embargo, teóricamente, se movía por todo el Reich, en ferrocarril, en bicicleta o a pie, cometía sus crímenes y regresaba a casa sin llamar la atención, y, más extraño aún, sin que nadie en Köpenick hubiese detectado su ausencia.

Bruno no tenía antecedentes por delitos sexuales. Era un hombre pacífico, sin amigos ni enemigos, y sin aparente interés por las mujeres. Sus únicos vicios conocidos eran el tabaco y alguna cerveza. Sus antecedentes policiales eran por pequeños hurtos. Por robar madera lo condenaron a tres meses de prisión, estuvo en prisión preventiva por robar un pato y luego fue detenido por robar una gallina e intentar venderla.

CASTRADO EN SECRETO

Debido a una norma que defendía a las personas con deficiencias mentales Bruno no pudo ser arrestado, por lo que le sometieron en secreto a un castigo mucho peor. Fue castrado, utilizado como conejillo de indias y finalmente murió a causa de una inyección letal el 8 de abril de 1944