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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Doña Prudencia, tan recatada ella, tendrá que echarse alguna canita al aire, porque a la banca, por más que le reprochen los anticasta conversos a la casta, siempre se le exige y, a veces, como ahora, se encuentra entre la espada y la pared. Me explico, Don Carlos. Hoy la banca es más resistente que en 2008. Estos años se ha dotado al sistema bancario de una rigidez regulatoria muy rigurosa en aras de no repetir los colapsos de la crisis financiera. Sin embargo, los bancos tienen que lidiar con el hándicap de unos tipos de interés muy bajos y sus márgenes se han estrechado. Por fuerza, en el actual escenario, la banca será el motor de los préstamos que se concedan, pero, claro, tiene que actuar con moderación por las exigencias del sistema financiero. Y ello conlleva un estrés añadido: la subida de impagos que se producirá a causa de la pandemia.

Si la banca se viera obligada a dotar todas las provisiones habidas y por haber, sus cuentas de resultados se resentirían, incluso entrando en pérdidas. Por eso, el BCE tendrá que hacer la vista gorda o, dicho más elegantemente, flexibilizar las rigideces imperantes en lo tocante a coberturas a través de provisiones, y ser permisivo ante las moratorias de créditos. A modo de compensación por esa relajación crediticia, los bancos deberán actuar con cautela en repartos de dividendos y recompras de acciones a fin de mantener sus volúmenes de recursos propios en cotas de solvencia. Hasta cierto punto, el respaldo público, en forma de aval, a créditos que se concedan a empresas y autónomos, reduce el riesgo bancario de probables impagos.