COPE
La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.
Cuando en 2012, la prima de riesgo escalaba a cotas elevadas, bastaron las palabras de Mario Draghi para sanar a los mercados financieros y, cual mesías, hizo que las aguas se calmaran y volvieran, más o menos, a sus cauces impidiendo los desbordamientos. Este jueves, el mensaje de Christine Lagarde, sucesora en el cargo de Draghi, no cuajó, Don Carlos. Y si las bolsas mundiales entraron en caída libre, nuestro IBEX se precipitó al vacío.
Los mercados descuentan el daño potencial que la pandemia nos va a causar. Las medidas del Gobierno son una respuesta muy tibia a una realidad cruel y sanguinaria, que se cobrará víctimas humanas y económicas en cuantía incalculable. La economía mundial se desglobaliza a pasos agigantados, con aislamientos de países como Italia, y la distancia entre Estados Unidos y Europa se convierte en infinita porque el contacto se pierde. España, con el turismo como motor de nuestra economía y los servicios marcando nuestro paso, se debilita a marchas forzadas y el consumo, con la gente atrincherada, entra en curva descendente. Ya no se trata, Don Carlos, en elucubrar sobre cómo ni cuánto crecerá o decrecerá nuestra economía, sino de intentar desplegar una red protectora para evitar el salto mortal. Warren Buffet, con 89 años, dijo ayer que en su vida no había visto una situación igual. Aquella metáfora del Nobel de Economía, Milton Friedman, proponiendo que los gobiernos arrojen dinero desde los helicópteros, quizá sería una solución utópica. Sin embargo, Don Carlos, los gobiernos, y menos el español, carecen de margen de maniobra…