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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Por Valencia sigo este viernes con una sesión en la Escuela de Negocios de la Cámara de Comercio. Si una cosa funciona, mejor no menearlo… Contrarreformar la reforma laboral no solo es un paso atrás, sino elaborar un nuevo pudin que habrá que probar para testar sus resultados. Hoy, la economía española, cuando se desacelera, no está para probaturas ni experimentos.

El FMI lanzaba un cable favorable a la reforma laboral de 2012 que tendría que servir de referencia al actual Gobierno para dejar las cosas como están y, en todo caso, enfilar sendas rumbosas para el mercado de trabajo. No obstante, si bien es cierto que la reforma trajo consigo más empleo y ayudó a rebajar el exagerado desempleo juvenil – que, con todo, sigue estando por las nubes -, reduciendo la desigualdad, parte de ese empleo es a tiempo parcial, esto es, subempleo.

Se incrementa la tasa de pobreza en el trabajo. Se reduce el promedio de horas trabajadas y aumenta el empleo involuntario a tiempo parcial y, en consecuencia, los salarios son bajos atendiendo a la menor duración de la jornada.

Esa parcialidad en el trabajo viene dada por la terciarización del mercado, esto es, la mayor concentración de nuestra economía en los servicios, como lo confirma que, al cierre de 2019, el 76% del empleo se concentre en servicios cuando, por ejemplo, en los años 80 estos absorbían el 45%. Claro que hoy la industria solo ocupa al 14% de quienes trabajan y en los felices 80 a casi el 30%... Al final, lo que falla es nuestro modelo productivo.