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Carlos Herrera  
ABC, 20 de noviembre de 2009
Sitel, el mono y la pistola

¿ALGUIEN sabe, de verdad, qué es el Sitel? Si escuchas a los populares resulta ser la máquina del Doctor Infierno; si escuchas a Rubalcaba viene a ser una magefesa de las que da café a media mañana y de las que a media tarde, como mucho, sirve para escuchar los comentarios del patio de vecinas. ¿Dónde se compra un Sitel? Parece que lo fabricó Ericsson para un gobierno del PP, pero también parece que éste se temió que cayera sobre ellos toda la ira de los tribunales garantistas y decidió guardarlo en el almacén en el que los operarios de Moncloa intercambian su ropa de calle por el mono de trabajo. Hasta que llegó Rubalcaba y el «gobiernodeespaña» se dio por enterado de que los etarras y sus afluentes no estaban por la labor de concederle a ZP el premio Nobel de la Paz que poco más tarde le han concedido de forma preventiva a su amigo Obama; entonces empezó a valer todo y un secretario de Interior le espetó al ministro:

-Me parece haber visto en el sótano una máquina que igual nos sirve.

-¿Hace café o espía a los malos?

-Puede que ambas cosas -advirtió el ujier.

-Pues qué esperas a subirla -contestó el ínclito.

Y a partir de ahí, el lío. ¿O sea, que si le doy a esta tecla escucho a la Cospedal decirle a Camps que mande a galeras a Costa y a Gallardón mandándole a Cobo a morder las pantorrillas de Aguirre? ¡Qué juguetito más interesante! ¿Y dice que esto lo compró el PP?...

Lo perverso de una pistola no es el poder destructivo de su fogonazo, sino la mano que la utiliza. Lo malo de un rastreador de frecuencias no es la tecnología que lo conforma, sino el fin al que se le destina. Una pistola en manos de un mono no es esencialmente peligrosa ya que no acostumbra a apuntar a nadie, pero no deja de ser una pistola y no deja de tener gatillo y balas. ¿Se encerraría usted en una habitación con un mono con una pistola? Pues eso. Rubalcaba tiene de mono sólo el parecido con una etiqueta de anís, pero levanta las sospechas eternas de la derecha española. Es la cabeza mejor organizada del Partido Por Excelencia y su capacidad conspirativa no tiene límites, de ahí que suponer beatitud en el uso de cualquier tecnología no pase de suponer un conmovedor ejercicio de candidez. Si puede escuchar lo que dice el diputado Floriano, cosa que creo le importa bastante poco, lo hará. Si puede pillar en un renuncio a un opositor político, asimismo lo hará, y si puede minar la cohesión del contrario le dará al potenciómetro al máximo. Consultados algunos expertos inmaculados, Sitel no es más que un software en el que guardar las grabaciones que derivan a él las compañías telefónica previamente requeridas por mandato judicial. Interior le dice a un juez que quiere controlar a un sujeto, el juez manda un requerimiento a la operadora, ésta pincha una línea y manda la información al Ministerio. Después se procesa la información de los malos malísimos y se utiliza como pista de investigación o como prueba inculpatoria. Consultados los dirigentes conservadores que han visto publicada sus conversaciones privadas en diversos medios de comunicación, Sitel, en cambio, es un Gran Hermano en manos de un perverso: no sólo espiará a los malos sino que también querrá controlar a los buenos. Y todo sin el paraguas de una Ley Orgánica que lo abrigue. Este columnista, evidentemente, sabe poco más que usted, pero lamenta que un instrumento tan poderoso e interesante para machacar a los enemigos del bien pueda ser objeto de controversia política. ¿Sería mucho pedir que, de no haber más remedio, se lo repartan por horas, se espíen unos a otros y después se lo dejen a quienes nos tienen que proteger de nuestros comunes enemigos? Por el bien de todos, añado.