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Carlos Herrera  
ABC, 20 de diciembre de 2019
Diga lo que diga Europa

La sentencia dificulta la maniobra del PSOE para pactar con ERC

¿Qué podía salir peor? La verdad no se me ocurre, habida cuenta de la forma en interpretar sentencias europeas que tiene lugar en España. Seamos serios: Europa solo dice que Junqueras debía de haber adquirido su condición de eurodiputado. No dice que Junqueras sea inocente de haber organizado una maniobra indebida en función de la legislación española. Otra cosa es la derivada política que se tome en suelo patrio. La sentencia dice que Junqueras debía haber sido autorizado a recoger su acta de eurodiputado, sin más. Y no dice que sea inocente de los cargos que la sentencia del Supremo le imputa. Es reo de sedición por muy pronto que se levante el tribunal europeo, el propio Junqueras y la madre que les parió a todos. Lo dicho por los alegres muchachos de Luxemburgo no supone la nulidad del proceso ni implica su puesta inmediata en libertad, por mucha hiperventilación que muestren sus partidarios y algunos cretinos de los que juegan en medio campo sin saber bien a qué portería disparar.

Pero eso no significa que no cree problemas operacionales. Los crea, vaya si los crea. Junqueras será un mártir para los suyos, y aunque no signifique que haya que enviarle a casa con una paga del Estado, sí dificulta las maniobras del PSOE para pactar la investidura con ERC. Habrá quien diga que eso no es necesariamente malo para los intereses nacionales, pero es innegable que crea más inestabilidad de la que de por sí proporcionan los actores principales de la política española. Mucho ruido y pocas nueces, aunque las nueces que hay sean suficientes para desestabilizar la ineficaz planificación política de España. La gente de Junqueras lo tiene ahora muy difícil para pactar con el sanchismo: llenan de aire sus pulmones y le dicen al Gobierno que considere a su líder como un sujeto inocente de los cargos con los que el Supremo resolvió condenarle. Sin razón, pero lo hacen. Y le vienen a decir a los timoratos socialistas que o hay excarcelación o no hay investidura. Los socialistas de Sánchez tienen un problema: vamos a ver cómo manejan a la Abogacía del Estado para intentar satisfacer a unos tipos crecidos por una sentencia que quisiera yo saber si se habría dado en el caso de ser un político provincial francés o alemán quien hubiera organizado un golpe de Estado contra las estructuras de esos dos países.

La sentencia del Supremo es indiscutible, por mucho que esta decisión europea sea un premio al secesionismo catalán (y el que esté por venir). Es una simple cuestión de procedimiento, no de fondo. Inmunidad no es impunidad. Lo dicho por Europa no cuestiona la razón por la que Junqueras está en prisión: está condenado, digan lo que digan y hagan el ruido que hagan. Pueden vivir en la euforia propagandística, pero la sentencia hace referencia a la prisión provisional que debió ser reconsiderada para obtener su acta, no a la definitiva como consecuencia de una sentencia tomada por la soberanía jurídica de un país miembro de la Unión Europea que, evidentemente, sustituye toda decisión anterior.

Que eso signifique que Sánchez y su equipo de cuentistas tengan que apretar esfínteres para ser investidos es harina de otro costal. Ese es un debate político. Y la derivada de Puigdemont no es necesariamente la que se interpreta de forma un tanto ligera en diversos ámbitos políticos y mediáticos. Por muchas ilusiones que se hagan en el ámbito independentista catalán -y en otros ambientes inexplicablemente colaboracionistas ligados al sorprendente PSOE de Sánchez- Puigdemont no se va a pasear panchamente por España. Ser eurodiputado no exime de las responsabilidades penales que un individuo haya acarreado mediante su conducta delictiva en su país de origen.

Eso sí, que ahora Sánchez disfrute de los socios que ha elegido.