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Carlos Herrera  
El Semanal, 14 de octubre de 2007
Dean Martin: «Forever Cool»

Paco Cervantes, mi socio y amigo copartícipe en admiraciones artísticas varias, me planteaba muy seriamente unos días atrás, después de visionar con calma el famoso Rat Pack en el que Sinatra, Martin y Davis Jr. hacían de las suyas en compañía del soberbio Johnny Carson, la pregunta del millón: «¿Dónde se estudia para ser Dean Martin?».

«Eso quisiera yo saber», contesté. Eso quisiera saber casi todo aquel que quiere subir a un escenario y cautivar a las masas con su voz o su temperamento. Desgraciadamente, se rompió el molde y el golfo de Dino, como lo llamaban sus allegados, no dejó explicado cómo se hacía, cómo se subía a un escenario a emocionar al público con un güisqui en una mano, un cigarrillo en la otra y toda la pinta de haberse encamado con una señora del público cinco minutos antes, cómo se sonreía de forma incomparable mientras se cantaba al mismo tiempo o cómo a su no demasiada voz se le sacaba todos los matices posibles con la elegancia más exquisita.

Será que se nace con clase o se nace sin ella, y Dino Crocetti, hijo de emigrantes italianos nacido en Ohio, vino al mundo tocado por la gracia. Fue boxeador en sus inicios y consiguió que no le dejaran la cara demasiado tocada para los años en los que iba a ser estrella del show business con Jerry Lewis, su inseparable, o actor de películas de diversa fortuna. Río Bravo, reconozcámoslo, no estuvo mal. La pareja con el incombustible Lewis duró tantos años que a muchos les sigue pareciendo incompleto ver al ganso de Jerry sin tener a su vera al listo de Dean. Cosas de la costumbre. Dean Martin era poseedor de un gancho especial, simpatía tal vez, que hacía que todo en su puesta en escena fuera armónico, elegante y generador de una cierta fascinación. A eso se lo puede llamar ser cool, que es algo más que el modismo español "guay", por el que algunos lo traducen con cierta rapidez.

Forever Cool es el título de un disco que ha aparecido hace poco en los comercios del ramo en el que los ingenieros de los estudios de la Capitol Records han dedicado un cesto de horas y de ingenio para rescatar la voz de Dean de viejas grabaciones, limpiarla debidamente, añadir una nueva orquestación y acoplarle algunos duetos interesantes con nombres del momento, como Robbie Williams o Charles Aznavour. El resultado, efectivamente, no puede ser más cool y ya es un éxito en medio mundo. El color de la voz de Martin aparece con toda la sensualidad que lo caracterizó hasta sus últimos días del año 95, cuando falleció como consecuencia de un cáncer de pulmón.

Sensualidad y, si me permiten, un pequeño toque de misterio. Y algo más: carisma, encanto, alegría. Aquellos que jamás hayan visto a Dean Martin en su esplendor y quieran certificar lo aquí dicho lo tienen relativamente fácil: con teclear su nombre en la célebre página www.youtube.com aparecerán algunas de sus actuaciones en el programa que presentó durante una década en la cadena de televisión NBC. Aconsejo sus intervenciones, mano a mano, voz en vivo, con Bing Crosby, con John Wayne, con Tony Bennet o con Englebert Humperdinck. Es el mejor Martin, quizá sólo comparable al que interpreta Volare en una de las actuaciones del Rat Pack en Las Vegas.