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Carlos Herrera  
El Semanal, 15 de julio de 2007
Haga el favor de tratarme de usted

Ha propuesto Enrique Múgica, el magnífico Defensor del Pueblo del que gozamos los españoles, que los maestros sean tratados de usted en los colegios por parte de los alumnos. Perplejidad: ¿pero es que no era así hasta el momento? Pues, por lo que se ve, no. Debo estar completamente out. Nunca hubiera imaginado a mis compañeros de clase tratando al hermano Heriberto de tú: «Heriberto, perdona, pero es que no me ha dado tiempo a acabar la tarea, entiéndeme». Heriberto le podía soltar un mandoble de aquéllos de girar la cabeza siete veces sobre sí misma. No se trataba de eso, claro, pero en aquellos años hasta el propio profesor trataba de usted a los alumnos: «Herrera, suba a la pizarra y desarrolle la ecuación». Entonces se subía un peldaño para encaramarse al encerado. Ahora no sube, ya que a la tarima se la considera franquista, de la misma manera que la autoridad se considera que debe ser `compartida´, es decir, que ni mande uno ni mande el otro, que se pongan de acuerdo. Estupideces de la Logse.

Uno de los peores vicios de la sociedad española ha sido caer en el tuteo permanente. Un angloparlante, por ejemplo, siempre habla de forma neutra y la única matización se realiza a través de la utilización del nombre de pila o del apellido. Si un inglés o norteamericano le dice: «Call me John», en realidad le está diciendo que le tutee, cosa que debe pasar a hacer de inmediato aunque siga utilizando el you. De lo contrario lo preceptivo es llamarlo Mister Smith, que es la forma de tratar de usted. En español, el `usted´ obliga a lo que obliga y es definitivamente categórico. En francés, como en catalán, hay un `usted´ de menor intensidad: no es infrecuente que en catalán trate un hijo de usted a un padre, por ejemplo, y viceversa. Y no suena duro. En España, jamás en Suramérica, se instala el uso del `´ con excesiva facilidad: una compañía aérea –Vueling— habla a sus clientes de tú aunque pinten canas o sean respetables señoras cercanas a la ancianidad. «Os damos las gracias por volar con nosotros», se escucha al sobrecargo por los altavoces. `¿Y usted quién es para tutearme, joven?´, me dan ganas de preguntarle. Una compañía telefónica tutea a los clientes a los que trata de captar mediante la correspondiente llamada o a los que responde para atenderlos ante cualquier reclamación: cuando le preguntas a santo de qué te tutea si no te conoce, te responde que ése es el protocolo y que debe ceñirse a él. Pues métase el protocolo por donde le quepa.

Personalmente, jamás se me ha ocurrido tratar de tú a un oyente por muy joven que sea éste. Un `usted´ cariñoso dicho a los niños, por ejemplo, tiene todo el encanto del mundo y una prudente distancia con un desconocido o recién presentado en circunstancias oficiales siempre es aconsejable realizarla a través del uso correcto de la lengua. Hay quien persevera en el `usteo´, aunque el interlocutor –un dependiente, sin ir más lejos– insista torpemente en el tuteo, pero hay quien no se da por enterado. Un desastre. Que en las escuelas se vuelva al `usted´ es la más sensata de las ideas que han brotado recientemente en el debate social español. Un alumno que no aprende a mantener prudente distancia con la autoridad que desprende un profesor es un alumno sin sentido espacial del respeto. Ya no pretendo que se levanten cuando entre en la clase el maestro de matemáticas, pero sí que no se lo llame por su nombre de pila como si estuvieran dirigiéndose a un colega de botellón. Evidentemente, la propuesta no prosperará, pero, al menos, vale la pena intentarlo.

PD: Hace algunas semanas, refiriéndome a una excelente casa de comidas granadin