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Carlos Herrera  
ABC, 1 de febrero de 2019
Mejor este último que el anterior

El último de los agobios de Sánchez viene de la mano, precisamente, del malabarista del CIS

Entre una cosa y otra, entiendo que Sánchez sienta un cierto agobio a pesar de su consustancial desahogo: ir de la ceca a la meca cambiando o adaptando el discurso según sea el auditorio ante el que se persona, resulta del todo agotador, ya que, si tienes un mínimo de escrúpulo y pudor, debes evitar que lo dicho sea la noche y el día y que parezca que le tomas el pelo al personal. Pero, digamos, no parece que ello le condicione en exceso. Llama tirano a Maduro en la primera escala y le confía el poder de convocar elecciones en la segunda. Ahora que ya no le queda más remedio y se cumplen los plazos otorgados a Maduro -que seguro no habrá desaprovechado el tiempo-, Sánchez se encomendará a quien sea que se suela encomendar, animal, persona o cosa, y reconocerá al presidente nombrado por la Asamblea Legítima de Venezuela. Se enfadarán sus chavistas de aquí y le acusarán de seguir los pasos de Trump, pero lo hará.

Y su agobio no se detendrá porque resulta que a su candidato sorpresa para el Ayuntamiento de Madrid, Pepu Hernández, se le ha entrevisto el uso de una sociedad para el cobro y posterior trámite del pago de dineros que ingresaba por diversos conceptos. ¿Ha cometido alguna ilegalidad el señor Hernández?: no, en absoluto, la legalidad lo contemplaba y procedió de tal manera antes de que Hacienda cambiara repentinamente el criterio con tal de mangarle dinero al contribuyente como fuere. ¿Entonces? ¿De qué han de preocuparse uno y otro?: de los estándares de honradez política que estableció el mismo Sánchez cuando no era aún presidente del Gobierno, es decir, cuando era otra persona según el bilocado criterio Calvo. La misma razón que se llevó por delante al breve ministro Màxim Huerta podría o debería acabar con la carrera incipiente de Pepu. De no hacerlo, el primero podría entender que se la está discriminando: a mi sí y a este otro no. Huerta, es cierto, fue reclamado por Hacienda y éste llevó a la Agencia Tributaria a los tribunales. Perdió y, consecuentemente, pagó; es decir, no delinquió. En esta ocasión Hacienda no reparó en Hernández como en tantos otros, pero lo cierto es que el exseleccionador utilizó un modelo de pago muy común por aquellas calendas. Modelo de pago que, según el baremo Sánchez de las cosas, le incapacitaría para ser nada en el PSOE. Es muy probable que, después de todo lo llovido, se quiera regatear la situación y seguir adelante con la candidatura, pero, de momento, el primer chasco ya se lo ha llevado el hombre llamado a encabezar la lista socialista al ayuntamiento (si supera las primarias), la última lista en las encuestas de intención de voto. A no ser que esas encuestas las haga la factoría Tezanos.

El último de los agobios de Sánchez viene de la mano, precisamente, del malabarista del CIS, que dice que el PSOE domina sobradamente la preferencia de voto de los españoles, de tal manera que podría gobernar sin agobios con cualquier alianza sin recurrir a independentistas y otras basuras, ya que el PP queda en cuarta posición y el segundo y el tercero andan bastante por detrás. Con un presagio así, de ser verdad, resultaría inconcebible que Sánchez no convocase de inmediato elecciones, no fuera a ser que alguien pudiera cambiar de opinión. El agobio, digo yo, vendrá de verse el vencedor, y el choque con su voluntad de permanecer en La Moncloa el máximo tiempo posible. Alma mía, si el CIS te dice que lo estás bordando de tal manera que te vas a salir por arriba ¿a qué esperas? Igual será que se acuerda de lo que preveía Tezanos a Susana en las elecciones andaluzas (con su característica poca vergüenza) y no se fía... Con razón, por otra parte.