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Carlos Herrera  
La Razón, 16 de marzo de 2007
Afable en las distancias cortas

Una vez más, Zapatero me ha demostrado que es un hombre que en las distancias cortas procura ser naturalmente afable.

Ha aprendido mucho y sabe darte confianza, tratarte con cordialidad y colocar el mensaje. Él tenía varios que colocar y ha utilizado la vieja estrategia que emplean casi todos los políticos, que es la de a preguntas concisas, respuestas muy largas. Pese a todo, ha dejado algunos titulares interesantes, como el negar radicalmente que tenga en este momento cualquier contacto con ETA, aunque sí ha dejado traslucir que el Gobierno procura tomar la temperatura siempre del entorno etarra.

También ha significado que él tenía el mandato personal, consigo mismo, de no admitir que lo de De Juana Chaos era un chantaje, pero ha tenido que admitir que era una presión, que en su lenguaje equivale a un chantaje en el mío. Le he visto un innegable interés por exhibir las cifras macroeconómicas, pero al exponerle que las microeconómicas no coincidían tanto con éstas ha desplegado todo un batallón de cifras para intentar convencernos a todos que el momento de prosperidad personal de todos los españoles es muy superior a cualquier otra época.

Pese a todo ha cometido dos deslices, acusar al PP de llevar banderas «fachas» y no saber diferenciar bien el porqué de la intervención estatal con De Juana y no en el caso de Inmaculada Echevarría. Al menos, sí ha hecho una apuesta muy acertada a favor de la fiesta nacional y a favor del vino, y ha prometido que la Ley del Alcohol no volvería después de las municipales. Así, le he confesado que ya no me tendré que exiliar.