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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 5 de octubre de 2006
Gracias Blanca, por el cambio de Fran

Para buena parte de la prensa de sociedad, el carácter de Francisco Rivera Ordóñez ha experimentado una evolución sorprendentemente agradable.

Se da por hecho que el torero más mediático de todos ha descartado antiguos usos taciturnos y ha transformado su comportamiento de tal manera que más parece estar recién llegado de un master intensivo en la escuela británica de diplomacia que de un “rifi-rafe” con un puñado de periodistas pelmas.

Se preguntan algunos: ¿Qué le ha sucedido a Rivera para cambiar sus usos algo huraños, tensionados y malencarados, por este nuevo aspecto relajado, condescendiente y cortés? Cherchez la femme.

La estabilidad emocional de un adulto condiciona no pocos comportamientos: si uno está a gusto de puertas adentro, suele reflejarlo de puertas afuera, y, por el semblante relajado del matador, puede cualquier observador cerciorarse de que la serenidad afectiva ha extendido su poderosa influencia al capítulo de gestos públicos de un hombre habitualmente dado a torear a la defensiva a cámaras y micrófonos.

A Curro Romero vino a sucederle algo semejante aunque en otro orden de cosas: el faraón era poco dado a apariciones públicas y a dejarse retratar desde su lado más colectivo, como si fuera de una plaza de toros no tuviera porqué estar en ninguna parte.

Desde que entró en su vida la que hoy es su esposa, Curro entra y sale, aparece y comparece con una naturalidad asombrosa y desconocida. La femme, de nuevo.

Francisco, tal vez, harto de que todos contasen su vida, ha decidido contarla en primera persona en forma de memorias a una querida revista de la competencia.

Y ha comprendido, paralelamente, que hay una parte de los medios de comunicación –como esta revista que tiene en sus manos-- que no desea reventarle la vida a nadie y que sólo traslada a sus seguidores sus inquietudes y actividades.

Al ser los de Francisco, ahora mismo, quehaceres felices, su aspecto vital es otro, muy otro, al que mostró tiempo atrás cuando le agobiaban determinadas circunstancias personales que le resultaban adversas.

Si quieren entender la clave de esta bonanza personal, busquen en los archivos las palabras con las que le brindó la muerte de un toro en Ronda a su pareja, Blanca. Encontrarán la explicación a esta bienvenida metamorfosis.