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Carlos Herrera  
El Semanal, 10 de septiembre de 2006
Arístegui, el infiel

Que al diputado del PP Gustavo de Arístegui lo amenazaran de muerte desde ámbitos radicales islamistas era cuestión de días y, desde luego, ningún motivo de sorpresa. Ya lo estaba extrañando yo, conociendo el paño. Es sabido que una web islamista lo ha acusado de ‘islamofobia’, que es lo que acostumbra a anteceder a una \''fatua\'' de esas características, por mor del rigor con el que disecciona la información que se relaciona con ese ámbito tan sugerente para algunos, tan desconocido para muchos y tan alarmante para quienes tienen un mínimo de conciencia. Como también suele ocurrir, quienes lo han señalado han corrido de inmediato a lavarse las manos y a desentenderse de las amenazas, dando a entender que no es su responsabilidad que una serie de majaras interprete el Corán desde su vertiente más belicosa y sanguinaria. Vano intento. Quienes señalan el camino que se debe seguir por las flechas justicieras conocen perfectamente a sus hermanos de oración y la particular lectura que tienen de la libertad, la tolerancia y los derechos del infiel. Y, probablemente, piensan de igual manera. Cualquiera de nosotros somos, para estos sujetos, Arístegui. Yo soy Arístegui cuando escribo artículos así y usted lo es cuando desconfía de una religión con modelo de sociedad que tiene sus costumbres ancladas en la Edad Media. Arístegui, con todo, tiene una defensa aún mayor que la nuestra: él sí conoce al dedillo los entresijos de ese conglomerado y se apura por separar consecuentemente a los integristas salvajes de los musulmanes corrientes, cosa en la que yo no pierdo el tiempo, por más que conozco musulmanes admirables en lo personal. Pero ni por ésas. Muerte al infiel. Las amenazas que se cruzan en las páginas encriptadas del islamismo más furibundo no son ninguna broma y contienen elementos lo suficientemente preocupantes como para que Gustavo mire un par de veces por la rendija de la puerta antes de salir a la calle. Mientras tanto, desespera que el proselitismo islamista avance en su carrera expansionista merced a la fascinación simplista de buena parte de la izquierda más sectaria y más nostálgica de la vieja y jodida Europa. Aquellos a los que se les cayó el muro ante sus atónitos ojos sin haber conseguido más que la creación y recreación de la tiranía y la pobreza han vuelto sus ojos hacia la única ideología que se opone frontalmente a los valores occidentales –fundamentalmente norteamericanos– que tanto detestan. El islamismo es la tabla de salvación de quienes le tienen ganas al cristianismo, al Papa de Roma y al presidente de los EE.UU., por resumir. Toda esa panoplia laicista que desarrollan algunos eclécticos factores de las sociedades políticas esconde el larvado germen del ajuste de cuentas. Y así crece ‘Eurabia’, concepto singularmente acertado de la valiente y políticamente incorrecta Oriana Fallaci. He descubierto gracias al gran Horacio Vázquez Rial un interesantísimo libro de Rosa Rodríguez Magda, La España convertida al Islam, que aclara no pocos extremos de aquellos que han abrazado calurosamente la fe de Mahoma y que les recomiendo vivamente. El libro es lo sumamente valiente como para que la autora tenga problemas, cosa que no le deseo, pero que temo que pueda ocurrir. Por otra parte, como saben, el supuesto cabecilla de los conversos españoles, el tal Mansur Escudero, se ha hecho portavoz de aquellos descendientes de moriscos españoles que fueron expulsados de España –o de lo que España era entonces— por los Reyes Católicos y que exigen al Gobierno de España ¡la nacionalidad para todos ellos! –unos cinco millones, más o menos–. ¿Desde cuándo somos responsables los españoles de hoy de lo que hicieron Isabel y Fernando? Lo más extraño del caso es que, a la hora de perpetrar este artículo, aún no haya surgido ningún bobo desde las esferas gubernamentales lamentando que una propuesta con base histórica no pueda ser atendida justamente por las autoridades españolas. Si a Máximo Cajal le dan un poco de tiempo, seguro que le cuadra con la hora de decir tonterías que tiene al día y encuentra comprensiva la propuesta.

No queremos verlo, pero la amenaza islamista está aquí dentro. Europa es una estúpida que prefiere ponerse de perfil, pero que no se da cuenta de que el día en que tenga que ponerse en pompa, forzosamente, ya será demasiado tarde. Sirvan estas líneas para enviar un fuerte abrazo a mi amigo Gustavo y para desearles larga vida a nuestros valores comunes.