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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 10 de agosto de 2006
Alberto se tira a la piscina por Charlene

Está visto que Alberto de Mónaco le habla a una muchacha.

¡Ay, lenguas de doble filo! ¡Cuántas cosas no se habrán dicho del pobre Albertito cuando alguien hacía referencia a su soltería!

Hubo de conocerse la paternidad asumida de, al menos, un chiquillo para que descansasen los músculos malignos de la cavidad bucal, pero ni por ésas cesaron los comentarios guasones: bastó que hiciese el imbécil en la elección de la sede olímpica de 2012 para que el deseo de venganza se canalizase casi exclusivamente por el tema que tiene usted en su cabeza.

Sí, ese rumor que decía que a Alberto lo que de verdad le gustaba era un Regimiento de Húsares con el arma en prevengan.

No sé en Mónaco, pero en España a uno que le guste alguien de ese regimiento se puede casar con él, siempre que quiera el soldado, con lo que habrá que desterrar esa forma de señalar a cualquiera.

Nada tendría de malo más allá de las consideraciones morales propias.

Pero al heredero del principado que tiene sede en Montecarlo sí le debe importar que su negocio continúe con las tradiciones habituales, ya se sabe, uno se casa, tiene herederos, los herederos crecen, hacen lo que les da la gana, viven del cuento que ni te cuento y, a su vez, se casan, tienen herederos y así hasta el agotamiento.

Después de las alegrías que las dos princesas de la casa le han
brindado a los seguidores del Principado, Alberto ha escogido el sutil sistema de anuncio que consiste en llevarse la novia a la fiesta del pueblo y pasearla del brazo ante la mirada curiosa de los lugareños.

La fiesta del pueblo de Montecarlo es la archiconocida fiesta en la que se ponen píos y bailan hasta las tantas a beneficio de la Cruz Roja.

Allí que entró Alberto del brazo de una hermana de Rainiero que conservan en formol para estos eventos, seguido de sus hermanas con sus respectivos fichajes y de la nadadora sudafricana que le tiene robado el corazón.

El público disfrutó de lo lindo queriendo entrever que ahí había algo. Los estupendos famosos  también se lo pasaron de rechupete mirando de soslayo a esta joven de rostro agraciado y aspecto de tirarse a la piscina en cualquier momento.

De momento, sólo a la piscina, ya que la conversación que mantenía con Alberto era tan formal que bien parecía que estaban intercambiando marcas de pintalabios.

Por lo comentado en los corrillos generalmente bien informados de Mónaco, se da por hecho que el muchacho está hasta las trancas por ella y que el compromiso es cosa hecha.

Habrá que verlo, pero es, en cualquier caso, una buena noticia para su negocio.