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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 27 de julio de 2006
Paula y David ya son marido y mujer

De haber viajado mi amigo Antoñín a Cantabria este pasado sábado, a San Vicente de la Barquera, no hubiese preguntado al encargado del magnífico restaurante Boga-Boga –para perplejidad de éste– quién era ese muchacho del que colgaban pósters por todas partes y al que él no conocía.

Este fin de semana, en Cantabria y en Asturias, no se hablaba de otra cosa que de la boda de ese joven del póster, de nombre David Bustamante, con una bella actriz asturiana de nombre Paula de la que mi amigo, que no está en este mundo, a buen seguro no habría oído hablar jamás.

Parece mentira, pero hay quienes aún no reconocen a este simpático artista que dejó la mezcla de cemento para dedicarse a otra mezcla mucho más interesante y rentable: la de las diferentes pistas de una grabación.

Este hombre afable, excelente cantante melódico, se convirtió en una suerte de embajador de su pequeña patria y en ella, literalmente, es adorado por sus paisanos.

Ahora, con el inconveniente de una pierna escayolada y el consecuente bastón de apoyo, ha convocado a amigos y familiares en Covadonga para celebrar su boda.

Ella, bellísima, vestía de blanco en su totalidad, merced a un diseño de Rosa Clará.

Cientos de curiosos se congregaron en los alrededores de la Basílica de Santa María la Real de Covadonga: algunos llegaron a acampar un par de noches para no perder la tribuna de este concierto conyugal, que ya son ganas y ya es ser seguidor de alguien.

Observen que hoy la crónica de esta boda la hacemos en función del cantante; sin embargo, tal como vemos progresar a Paula y tal como prevemos que algún día rompa en el cine, llegará el momento en que la crónica pase más por ella que por él.

Poco famoseo, más “amigueo” y “familieo”. ¿Y qué más?

¡Ah! Ambos dieron ejemplo de normalidad y agrado, poco habitual en estos tiempos, atendiendo a los medios y dejándose fotografiar con amabilidad.

Ésa es una forma de que todos sus fans hayan podido estar con ellos: entienden que tienen lo que tienen gracias a la gente que los sigue, y aceptan encantados compartir con ellos estos momentos.

No han querido negociar exclusiva alguna. ¿Tanto cuesta entender las cosas como las entienden estos dos jóvenes?

Tras la ceremonia, el himno asturiano, y tras el himno, el ágape. Tras el ágape ya no tengo ni idea, aunque me lo imagino.

Y, como es evidente, ya no es asunto nuestro.