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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 29 de junio de 2006
Pe, un amor en cada rodaje

A Penélope Cruz le va a pasar lo que a su homónima Penélope, señora de Ulises, pero al revés: si a la mitológica se le fue la vida haciendo y deshaciendo jerseys mientras esperaba que el marido regresara de sus viajes, a la nuestra se le va a ir la misma creando y destruyendo noviazgos sin que le de tiempo a tricotar ni siquiera las mangas.

Cosas de la edad, dicen unos. Cosas del carácter, aseguran otros.

Entre los que, efectivamente, han entrado en el corazón u otras dependencias de nuestra Pe, y los que se le asignan inmediatamente después de ser avistados a su alrededor, la actriz madrileña puede lucir un intenso historial sentimental además de una facilidad asombrosa para recuperarse del duro trance de una ruptura.

Acaba con Menganito y ya está rondándola Zutanito.

Aunque, ¿quién soy yo para decirle a Penélope lo que debe hacer para regular el tráfico de entradas y salidas de su corazón o de su dormitorio? Si yo hubiera podido, con sus años, a lo mejor hubiera actuado igual y me hubiese limitado al delicado placer del enamoramiento veloz, repentino y no excesivamente duradero.

Visto desde aquí, a más de uno le entra el súbito complejo de adiestrador sentimental y cae en la tentación de decirle ¡Niña, recógete!

Podría decirle que no hay nada como la estabilidad sentimental para progresar ordenadamente en diversos ámbitos de la vida, pero ¿Quién se mete en ese discurso con una muchacha que triunfa en “Jolivú” y que es deseada por millones de personas en el mundo?

Anda, quita, quita. Con su pan se lo coma. Ahora hablan de este lánguido intérprete que da vida a Manolete, el oscarizado Adrián Brody, que se supone que entra en la “Lista de Cruz” merced a ser tórrido co-protagonista de escenas de amor.

Antecedentes ha habido de compañeros de reparto con los que ha acabado compartiendo futuro sentimental: empieza ella diciendo aquello de ¡qué va!, ¡qué va!, cuando se le pregunta por una posible relación, y acaba entablando relación formal de las que consisten en compartir recibo de la luz.

Brody entra en el abultado catálogo de los seguidores del “Punto de Cruz”, que es el puntazo manifiesto que tiene nuestra atractiva compatriota y que hace que los que tejan sean ellos.

En el caso de confirmarse la relación, que ella se empeña en desmentir, ya sabemos que la cosa durará hasta que protagonice otra película. Y hace muy bien.