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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 6 de julio de 2006
Los Saboya, «reyes» del escándalo-

Filiberto, te lo advierto: Saboya tiene muy mala rima.

De momento rima con las etapas políticas más oscuras de la historia de Italia, especialmente la que hace referencia a la llegada y permanencia de Mussolini en el poder, cosa que la República nunca le perdonó a la Casa Real, hasta el punto de impedirle la entrada a ninguno de sus descendientes hasta que Berlusconi, hace bien poco, consiguiera la revocación de la norma.

Durante todo ese tiempo, Víctor Manuel ha vivido en Suiza con su familia sin poder volver al país que le vio nacer y del que salió siendo apenas un muchacho.

¿Y a qué se ha dedicado todo ese tiempo? Pues a liarla. Allá por donde va el bueno de Víctor Manuel deja un reguero de, digamos, controversia.

La última y más gruesa acusación es la que le liga a un entramado mafioso con características de explotación de la prostitución, por lo que está cumpliendo arresto domiciliario.

Qué quieren que les diga, un aspirante a un trono arrestado por macarra no es lo más común entre la realeza.

De ahí que cuando es invitado, porque no hay más narices, a algún acto que todos estos organizan entre ellos, todos los reyes y príncipes están locos por que no se les acerque a la foto.

Una de las gordas que se le recuerdan aconteció en los fastos de la boda de los Príncipes de Asturias, donde se lió a bofetadas con un primo suyo que también pretende la corona italiana.

¡Cásate para que te chafe la cena un príncipe pegándole sartenazos a otro! Qué maravilloso recuerdo. El futuro de Víctor Manuel se presenta más sombrío que alguno de los episodios de su vida relatados ampliamente en toda la bibliografía del caso, que no es poca.

De seguir adelante el proceso y considerarle culpable de los cargos que se le imputan, Víctor Manuel añorará el tiempo en el que no podía entrar en Italia; maldita la gracia de volver al país del que saliste “escapao” como un moco para que al poco tiempo te metan en la trena.

Filiberto, que tiene aspecto de no haber hecho nunca nada, ha defendido a su padre aunque ahora marca distanias, lo cual entra dentro de la lógica.

Pero que tenga en cuenta algo con lo que ya se familiarizó aquel día en el que protagonizó un anuncio de aceitunas y embutidos:  su padre, por muy testa coronada que sea, tiene mucho que ver con aquel chorizo que Manuel Filiberto anunció en su día en las televisiones italianas.

Ya lo lamento, pero el embutido es lo que tiene.