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Carlos Herrera  
El Semanal, 29 de octubre de 2017
Y Mario Biondi vino de visita

No es una superestrella en España, como sí en otros lugares, ignoro por qué. De hecho, nunca antes había venido por estos lares

Hará cuatro años que escribí aquí mismo sobre los placeres un domingo por la tarde. No tanto por recordar aquello que sostenía el inolvidable Antonio Garmendia, según el cual la tarde de los domingos es tan deprimente que eso le invitaba a salir a la calle a darse un garbeo por sus bares favoritos, sino por la mucha compañía que hacen en esas horas tus artistas de cabecera. Uno tiene sus voces ideales para esas tardes en las que se cierra todo o casi todo, esas tardes en las que ves venir el lunes y despides un par de días particularmente deseados si vives a la carrera hasta que llegue el viernes.

Las voces para un domingo no son las mismas por la tarde que por la mañana. Recuerdo mis mañanas de domingo cuando era un renacuajo y siempre sonaba en el aparato de radio el flamenco al que me acabé haciendo aficionado a medida que fui creciendo. Ricardo Romero y su Tocadiscos flamenco sonaban a todo meter. La radio barcelonesa de entonces recogía mucho sonido flamenco. Radio Reloj de Radio España o Radio Miramar atendían muy bien esa franja. En Miramar, emisora en la que con los años trabajé y aprendí, el gran Juan Torrijos seducía a diario a la población de origen andaluz (y no solo al andaluz) con su legendario Andalucía en Cataluña, de escucha obligatoria en casa. El domingo por la mañana, para este servidor, sigue siendo mañana de flamenco, como aquellos días en los que amanecía el pasillo alfombrado de papeles de periódico después de ser fregado por amorosas manos. Pero el domingo por la tarde es tarde de Tom Waits, de Van Morrison... o de Mario Biondi, de quien les di debida cuenta hace unos años para regocijo de no pocos lectores que me confesaron haberlo descubierto con gran sorpresa y notable agrado.

Pues bueno, finalmente Biondi vino a España, cosa que no había hecho nunca. A Barcelona en verano y ahora a Madrid, con motivo del Smooth Hot Jazz Festival, un invento de mi viejo amigo Jordi Arqué, que ha juntado en el Teatro Luz Philips Gran Vía a artistas muy sugerentes del smooth jazz, un esqueje del jazz caracterizado por ser una fusión de estilos y por mostrar un sonido elegante y armónico, como el que han venido amasando gente tan sólida y gustosa del orden de George Benson, Kenny G o Chuck Mangione (¡ay, aquel disco inolvidable en directo desde el Hollywood Bowl!). Del interesante cartel que montó el gran Arqué, resultaba inevitable acudir a ver a Biondi, con lo que Goyito, Mi Marijose, El Pulpo y un servidor nos tomamos unos vasos y allá que fuimos: ¿Cómo sería el sonido Biondi?

El siciliano Mario Biondi es un prodigio, un destello, un rayo demoledor, lo que quieran utilizar para definir la excelencia. Su concierto (coronado por This is what you are) fue una catarata de buen gusto, de elegancia, de hondura. El sonido Biondi, el de sus grabaciones, lo reproducen siete músicos excepcionales con una fidelidad asombrosa y un virtuosismo inopinado. Biondi es un superclase, además de un tío simpático, sencillo y muy ocurrente. Está bañado en swing, con gotas funkys y blues. Y tiene la decencia de asegurar que el jamón ibérico es infinitamente superior al de Parma, siendo él parmesano de adopción. O sea, que vive en Parma.

La voz cálida, asombrosa, de Mario Biondi se hizo carne en un teatro entregado. No es una superestrella en España, como sí lo es en otros lugares, ignoro por qué. De hecho, nunca antes había venido a trabajar por estos lares. Desde luego, quienes lo vimos seremos capaces de recorrer todos los trechos que medien entre nosotros y él con tal de asistir a un desparrame de elegancia de esa envergadura. A algunos la voz de Biondi les remite en algo a otros cantantes del cariz de Isaac Hayes o Barry White, cosa que podría ser remotamente verosímil merced a la gravedad de su tono, pero el sonido Biondi se me hace totalmente propio, personal, intransferible. Tiene una voz negra, como la de Lou Rawls, hecha para acariciar desde cualquier tonalidad, y la maneja como le apetece. Ahora marcha a Río de Janeiro a grabar un disco en vivo. Entre que aparezca o no, le aconsejo una vez más que repase su discografía. Aunque no sea domingo por la tarde.