artículo
 
 
Carlos Herrera  
Diez Minutos, 30 de marzo de 2006
De altas, denuncias y secuestros

Aún estábamos digiriendo la salida de Raquel del centro de salud mental donde ha pasado el último mes cuando nos hemos encontrado con otro eslabón de esta cadena de locuras que ha sido la vida de la peluquera desde que se casó con Tony. Sus propios padres habían alegado su incapacidad mental para evitar que su hija de tres meses volviera con ella y con Tony y pueda viajar a Nigeria (anuncio hecho por el africano que ha sonado a que si me voy no vuelvo).

Ella y su marido los denunciaron a su vez por retener a la pequeña, situación que ha concluido como un circo con la policía llevándose a la niña y los padres de ésta reencontrándose con ella, felices de tenerla pero con las espadas en alto porque la guerra en casa de los Mosquera, ahora sí, ha comenzado. Y todo esto pasa sin que sigan sin despejarse las incógnitas que se plantearon cuando ingresó. Sus seguidores, que somos legión, tal y como he señalado en cuanto he tenido oportunidad de ello, seguimos sin saber cuál ha sido el delicado proceso que la ha llevado a ser tratada de un trastorno de conducta
o de un severo, aunque agudo, desequilibrio mental.
 
Ya escribí en su día que ése es un asunto de una envergadura tan considerable que no se me antoja una buena idea bromear a su costa, como desgraciadamente han hecho algunos, ni tomarlo a la ligera, como si se tratase de una ruptura emocional entre un par de famosotes o el embarazo sin confirmar de una modelo medianamente conocida. Por lo visto, la peluquera más famosa del país tenía pensado acudir a un programa de televisión a relatar su última vicisitud a cambio de una suma que estuviese a la altura de la expectación creada por sus ingresos clínicos... y suponemos ahora por sus avatares familiares. Puede ir cuando quiera al plató que quiera, pero no parece lo más indicado hacerlo cuando acaba de recibir el alta, entre otras cosas porque evidencia demasiado a las claras una avidez económica que va en detrimento del respeto que merece su proceso patológico: si ha estado tan mala, en pocas palabras, que no tenga tanta prisa en sacar unos cuartos, dirá el respetable.

Sí es cierto que nos morimos de ganas por saber si el anabolizado Tony se va a Nigeria o se queda, si la niña se hace nigeriana o se mantiene con la raíz hispana, para alegría de sus perplejos abuelos; si nos come bien y nos duerme todas las horas, si a Raquel le pide el cuerpo volver a ser soltera o si está hasta las trancas del africano, si tiene algún plan estratégico para aumentar sus negocios, el de la peluquería y el de las exclusivas… En fin, este novelón, señores, no ha hecho sino empezar.