artículo
 
 
Carlos Herrera  
Diez Minutos, 12 de enero de 2006
Rey hasta los restos

Sesenta y ocho tacos son ya los suficientes tacos como para saber que se ha vivido mucho y que aún quedan buenos años por delante para saborear la vida.

Cualquiera, a esa edad, vería con gusto un cierto relajo en su quehacer y mucho tiempo libre para hacer esas cosas pendientes que desde hace años nos rondan por la cabeza.

Pero hay quien no puede hacerlo: el Rey. Si eres Rey, lo eres hasta los restos.

Puedes abdicar, pero no está del todo bien visto si no te impele una causa de fuerza mayor, y puedes delegar, pero al final hay cosas que sólo puedes hacer tú.

Con lo que al Rey de España no le queda más remedio que seguir en el tajo otros 68 años más.

Ya lo siento, Señor, aunque me consta que a Vuestra Majestad le gusta su oficio, pero también me consta que le gusta la vida y que ha enseñado a los suyos a exprimirla en cada segundo: cuando lo veo retratado en la prensa, por ejemplo, pienso en lo que puede estar pasando por su cabeza en ese momento, si emoción, si hartura, si cansancio, si alegría...

Y pienso en los años pasados a pie de obra desde aquel lejano 75 en que fue proclamado Jefe del Estado a título de Rey, en lo que va de las tensiones de la Transición a la incertidumbre de este mismo año y en lo que queda por hacer en años venideros.

Entre tanto, le van creciendo los nietos y nosotros lo vamos viendo en cada fotografía comparada: en el entorno del Rey, de la Familia Real, han entendido bien la relación prudente pero inevitable con los medios de comunicación y han equilibrado con bastante acierto la privacidad con la exposición.

También han tenido la suerte de que los medios españoles han entrado en el juego de la colaboración institucional y no han optado, como pasa en Gran Bretaña o como pasa en Italia, por disparar azufre o por publicar la foto traicionera –recuerde el Rey su foto descubierto por popa en cubierta-- en el peor momento.

Ignoro si esto será para toda la vida, que deseo larga, de la institución, pero sí sé que deberíamos felicitarnos por ello: el Rey entiende que yo tengo que fotografiarlo mientras se mueve y él se mueve adecuadamente para que yo lo fotografíe.

Y los demás miembros de la familia, tres cuartos de lo mismo: la Reina, perfecta; los hijos, bien; los nietos, acostumbrándose.

Sé que al Rey, como a un servidor, le repatea cumplir años, o que le recuerden la edad que tiene.

Por ello lo escribiré sólo una vez más: felices 68. Prometo no hablar más del tema hasta los 70. Sólo son dos años.