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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 29 de diciembre de 2005
Doce uvas para doce mujeres

Doce uvas para doce mujeres.

Si el futuro es mujer, como dicen, el tránsito de año simboliza la puerta abierta por la que habrán de entrar buenas nuevas encajadas en cuerpos de féminas de hoy y de mañana.

La primera uva es la primera campanada que el devenir dejó en forma de Infanta una noche de frío en Madrid: Leonor.

La segunda es la uva valiente de la vida resuelta en pelea y en dignidad, la uva de una Rocío Jurado reaparecida felizmente.

Tercera: la mala uva de Victoria Beckham, que está de los nervios y que dedica la mitad del tiempo a hacer gimnasia y la otra mitad a soltar sapos por la boca.

La uva enamorada, la cuarta, se la daremos a Eugenia Martínez de Irujo, que ha pasado del hastío a la efervescencia gracias a que miró a Miró y quedó colgada de su estrella.

Una uva artística, teatral y cinematográfica a la carrera completa de Concha Velasco es tan de justicia como otra musical para Paulina Rubio, que, aunque algo desafinada, combina magníficamente los escenarios de la calle y de los platós. Van seis. Quedan seis.

Vamos a darle la uva pasa, llena de dulzura, consistencia y resistencia a María Teresa Fernández de la Vega, equilibrio constante de colores y tejidos.

La uva inagotable al inacabable embarazo de Raquel Mosquera: será la uva sin semilla, esa novedad que ya hay en el mercado y que facilita mucho su ingesta rápida.

Un par de uvas televisivas: una para Carmen Sevilla, que ahí sigue firme y resistente ante la cabalgada de algunos a ninguna parte y otra para María Teresa Campos, periodista de acero bajo el terciopelo, de la que aprendo cada día y a la que brindo mi brazo de caballero antiguo para sortear los accidentes del camino que de por sí tiene la vida más los que dejan a propósito los estetas aburridos.

La uva en polvo se la daremos a Kate Moss, la undécima, que por darse talco en la nariz pasó del malditismo a estar otra vez de moda.

Y la última, la uva de barrio, la uva sin piel, la uva coloreada, la uva estentórea, la uva inexplicable se la daremos a Belén Esteban, que posó desnuda mostrando sus poderes para éxtasis de todos sus seguidores, que ya tenemos tapizadas nuestras paredes con su imagen de motorista calurosa.

Me quedan muchas otras en la bolsa de uvas del año, pero las campanadas son doce y no es negociable la ampliación de su número.

Esperaremos un año para tener la oportunidad de saborear su carne dulce, transparente y lleno de sabor.

Gocen del paso de un año a otro y obtengan del entrante todo lo que les negó el saliente. Feliz 2006, año de rima difícil.