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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 22 de septiembre de 2005
Farruquito y los ausentes en su boda

De no haber ocurrido el trágico atropellamiento que le costó la vida a un ciudadano cuando Farruquito conducía un coche sin carnet, sin seguro, a alta velocidad y etcétera, etcétera, la boda del artista flamenco en Sevilla hubiese visto engordada su nómina de invitados.

Y, quizá, atrasada su fecha.

Tras la cómoda y extraña sentencia que, prácticamente, exculpa al bailaor de la responsabilidad de haber causado la muerte a un pobre hombre que pasaba por ahí, algunos de los invitados que habrían acudido a ese enlace han preferido poner tierra por medio y no aparecer en las fotos que a pie de templo juntaron a los amigos y familiares de los novios.

Nada que objetar, por otra parte.

Sí estuvieron a su vera artistas como Antonio Canales o Lole y Manuel.

Pero ni siquiera se ha escapado de la polémica la hermandad titular de la Iglesia del Valle de Sevilla, la elegida para la ceremonia.

El templo de Los Gitanos, maravillosa y recuperada iglesia de la que salen, cada “Madrugá” del Viernes Santo, esos prodigios de re y belleza que son El Señor de La Salud y la Virgen de Las Angustias Coronada, es uno de los más solicitados de Sevilla por los novios que quieren ver bendecida su unión.

La lista de contrayentes es densa y la espera suele alargarse dos años.

Dicen en la hermandad que el domingo es un día en el que las solicitudes son muchas menos y que, por ello, han tardado tan poco, lo cual puede ser perfectamente cierto, ya que lo afirma mi admirado Antonio Vargas, Hermano Mayor, del que siempre me creo todo lo que dice.

Pero el mosqueo en algunos ambientes existe, lamentablemente.

Los novios, étnicamente, no han escatimado puesta en escena acorde con sus cosas: jovencísimos, ambos de blanco --en el caso de ella, refrendado el color por una vieja tradición que no sé bien en qué consiste–, relimpios y pulidos, con puntillas y volantes, rodeados de los suyos y dispuestos a que la celebración esté durando todavía cuando ustedes leen estas líneas.

Ni que decir tiene que Sevilla se colapsó: entre el gentío que esperaba en las cercanías del templo y el coche de caballos tirado por cuatro corceles que causaba impresión a su paso, nadie dejó de enterarse de que se casaba Farruquito vestido de traje de época de tejido de Damasco con una blusa con chorreras y mangas de encaje.

Ese gentío, como ya se ha dicho, vio rostros famosos.

Aunque no los esperados, como digo.

No obstante, esas ausencias no creo que amargaran la fiesta, ni mucho menos, a los novios.

A los que deseamos lo mejor.