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Carlos Herrera  
ABC, 18 de noviembre de 2016
Tontos de rodeo

El acto de apertura de la legislatura ha sido, otra vez, una ceremonia con la que consolidar la democracia, pese a los cretinos

INTERESANTE mensaje de Felipe VI a los representantes de ambas cámaras, de todos los colores, de todas las cataduras, incluidas las cataduras caradura. Digo interesante ya que el Rey ha resaltado lo obvio, lo que debe resaltar un Jefe del Estado en circunstancias como las corrientes, cercanas al sobresalto de algunas intolerancias o al asalto a la legalidad decidida por los españoles en diversas convocatorias. Ha dicho Felipe: respeto a la ley, que es una forma de decir que hay que mostrar respeto por las decisiones de los tribunales, en un mensaje inequívoco a los diputados independentistas en parte ausentes en el pleno. Acudieron los miembros de la antigua Convergència para hacerse la esfinge, pero se ausentaron los sediciosos rufianes del ERC, cosa que les iguala a los pajarracos proetarras de Bildu: todos sabían que ese llamado a la legalidad iba por ellos, pero les dio igual, como era obvio que iba a pasar.

Ha dicho también: respeto al viaje que comenzó en la Transición y que ha hecho posible que se sienten en el Congreso un inopinado número de cretinos como los que pueblan un notable número de escaños. Me da mucha pereza ahora señalar de forma didáctica lo que ha significado el acuerdo entre españoles que arrancó tras la muerte de Franco (los que estén interesados, que revisen libros de historia y, a ser posible, de cronistas respetables), pero bueno será que recordemos que todo pacto era posible incluso en las más delicadas circunstancias.

Dice Felipe VI: España no puede negarse a sí misma. Es una forma de pedir respeto a la idea de España tan maltratada por unos y otros, esa España que no niega a nadie el derecho a sentirse lo que le dé la gana y que engloba en su seno todo tipo de naturaleza identitaria. Finalmente, elevó un canto al diálogo, elemento mediante el cual se ha construido esta cosa parecida a una democracia en la que se negocia hasta la hora adecuada para tomar el café de buena mañana. La mayoría del respetable se mostró respetuosa y entusiasmada con el mensaje, mostrando su aprobación mediante aplausos y correctos vítores menores. Pero, como es de esperar en estos tiempos de propaganda basura, hubo quien optó por el desprecio del silencio: me sorprendió que entre ellos anduvieran los diputados del PNV, que tanto tienen que agradecer a esta Monarquía parlamentaria: la Corona les ha garantizado el mayor autogobierno jamás vivido en las Vascongadas, ha amparado sus derechos medievales y ha protegido su integridad y su peculiaridad cultural como no lo ha hecho ningún régimen desde la Edad Media, suponiendo que en la Edad Media fueran algo. 

Estamos rodeados por perfectos mamarrachos, como puede verse. Pero quienes rodean, o lo intentan, son muchos menos que los que se comportan educadamente en actos de Estado, no se olvide. El acto de apertura de la legislatura ha sido, una vez más, una ceremonia con la que consolidar la democracia. A pesar de los cretinos.