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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 2 de junio de 2005
David Bisbal ya sabe latín

Recuerdo una cálida noche en Almería, siete años ha, en la que andaba yo grabando una careta de entrada para un programa de televisión: iba en una moto acoplada a un remolque, como en las películas, y recorría la ciudad.

Un grupo de chiquillos traviesos y simpáticos me seguía con su bicicleta y jaleaba todo lo que hacíamos, intentando salir en la filmación y divirtiéndose de lo lindo.

Todos lo pasamos bien.

Al cabo de los años, cinco o seis, entrevistando por primera vez a un joven y ya triunfador David Bisbal, supe que uno de aquellos muchachos en bicicleta era nada menos que el ídolo actual de la juventud de medio mundo hispano.

Él mismo me confesó lo mucho que había disfrutado y la impresión que le causaba que fuera precisamente yo quien le estuviera entrevistando años después de haberme seguido por media ciudad.

Ya ven qué cosas: hoy Bisbal es una de las estrellas hispanas de mayor proyección, un hombre que parece llevar bien su carrera y un objetivo indiscutido para la prensa del corazón.

Su relación con Chenoa, la otra gran estrella que surgió de aquella primera hornada de “Operación Triunfo”, centró la atención de todos y obtuvo el plácet general: hacían buena pareja y eran, por demás, discretos y prudentes.

No se escondían pero tampoco alardeaban.

Ahora, al romper su relación, parecen haber seguido una pauta semejante: hablan pero no cuentan, dicen pero no explican, atienden pero no dan más detalles de los imprescindibles.

Chenoa se consuela a su manera, más cerebral, más adulta, y Bisbal emprende relaciones con una joven afincada en  Miami a la que los medios han recibido con alguna que otra reserva.

Natural, Bisbal es mucho Bisbal  y Chenoa es mucha Chenoa como para darnos cuenta de que, ahora sí, ahora de verdad está la
relación acabada y bien acabada.

Pero no sé por qué.

La joven, española y “emigrada” a Miami es guapa, emprendedora y no parece buscar nada que no sea su felicidad y la de su amor, que ya es mucho buscar tal y como están los tiempos.

No le debe sentar muy bien al cantante que le digan que la chica con la que anda trasteando sea una buscavidas.

Cuando se tienen los años que tienen ambos, las promesas de amor no parecen temporales, sino eternas. 

Aquel jovencito que montaba en bicicleta ignorante de su destino es hoy un hombre que empieza a saber latín.

Incluso en temas del corazón, ése al que tanto canta.

Parece mentira que en sólo tres años de su licenciatura en Operación Triunfo sea ya doctor en las cosas de la música... y en las asignaturas de eso que se llama  amor.