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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 3 de agosto de 2001
La sociedad Cruz & Cruise

A ver, que yo me entere: ¿le habla o no le habla Tom Cruise a la niña de los Cruz? Aclaro este extremo por si alguno de ustedes acude a esta humilde columna esperando esclarecer el misterio de tal relación: no tengo ni idea, no sé siquiera si se caen bien, no sé si él la acompaña a casa y “pide la puerta”, que se dice aquí en mi tierra, Andalucía. Sé que han trabajado juntos y que es práctica común entre los publicistas de películas divulgar romances entre los protagonistas para así crear más expectación y, por ende, más taquilla. Los protagonistas sólo tienen que dejarse ver juntos un par de veces y callar prudentemente cuando se les pregunte sobre si les une o no una relación algo más que estrictamente profesional. Pero también sé que Penelopita es una muchacha encantadora, bellísima y seductora, con lo que es posible que cualquiera se enamore de ella, por muy Cruise, Damon o Cage que sea.

Esta deliciosa actriz forma parte de esa generación de jovencitas que se enamoraron de Tom cuando hizo "Top Gun"

Convendría, eso sí, que a nuestra espléndida estrella se le conociese menos el aspecto sentimental y más el artístico: uno acaba siendo esclavo de sus titulares de prensa y cuando se aparece más en las referencias sociales que en las críticas cinematográficas la cosa coge un color demasiado rosa. Sería injusto que algunos pensasen que su carrera se va tejiendo de amorío en amorío, pero con tanto trasiego sentimental más de uno lo hará. Y no creo yo que se haya ido a eso a “Jolivú”.
Esta deliciosa actriz forma parte generacional de aquellas jovencitas que se enamoraron de Cruise cuando protagonizó “Top Gun”. Todas ellas soñaban en secreto viajar a Los Ángeles y encontrarle al pie de su avión con la cazadora desabrochada y una cara trufada de velocidad y enamoramiento. Mira tú por donde, esta moza nuestra ha llegado hasta allí y no sólo ha sido deslumbrada por el brillo de la dentadura del héroe sino que ha protagonizado una película con él y ha conseguido seducirle, según parece, con el azote negro de su larga cabellera y la molicie impune de sus labios. Demasiado para cualquiera.

Penelopita es una muchacha encantadora, con lo que entra dentro de lo posible que cualquiera se enamore de ella

En ocasiones es mejor dejar los sueños como tales y dedicarse a lo positivo (en el aspecto kantiano de la palabra). Es como si yo viajase a Beverly Hills y derritiera de una mirada a mi René Russo: mis amigos no se lo creerían. Y mi mujer me daría un guantazo del que no me recuperaría en años.