artículo
 
 
Carlos Herrera  
Diez Minutos, 30 de diciembre de 2004
La primera Navidad de la Princesa

Hace exactamente un año seguíamos sacudiéndonos el aturdimiento de la noticia que La Zarzuela había hecho pública un mes antes, en la que anunciaba el compromiso del Heredero con la joven periodista Letizia Ortiz.

Andábamos preguntándonos qué estaría haciendo la susodicha tras los muros de palacio: teníamos noticia de que se sometía a un entrenamiento exhaustivo para ser princesa, que consistía en mejorar su inglés, aprender protocolo y acostumbrar su estómago a no devolver las espantosas comidas a las que se debe por su cargo.

En las tres cosas sabemos que ha progresado adecuadamente y que conoce hasta el tuétano el ordenamiento protocolario mediante el cual tiene que relacionarse con los que ya son de su especie.

Posiblemente ya añore a estas alturas la libertad de la que disponía cuando era como los demás y no tenía que tratarnos a todos de usted, pero la nueva trascendencia con la que se levanta cada día puede que aún le permita algunas licencias.

No puede comprar el pan ni hacerse con la prensa en su quiosco, pero cena mano a mano con Carlos de Inglaterra, que es una cosa que ya quisiera yo, y si quisiera cenar con Rosa Villacastín o con un servidor sólo tiene que decirlo, con lo que tampoco ha perdido tanto en ese sentido.

Además, seguro que no le pegan tirones del bolso por la calle. Y que no la llaman moscones. Y que no le pega broncas su jefe. Y que no le quita el puesto de trabajo ninguna lagarta con aires de trepa. O sea, que tiene cosas buenas.

Letizia ha disfrutado de la Nochebuena con sus regios suegros, el Rey y la Reina,y sus abuelos de Benidorm y Asturias

Sólo un año después de haber jugado al escondite lo suficientemente bien como para que le dieran el campeonato del mundo, se ha convertido en Princesa y ve pasar la vida desde el antiguamente entelado cristal de su torreón.

Las princesas celebran la Navidad como si nada hubiera pasado: en esta ocasión, rodeada de tapices en lugar de pósters. Y con unos anfitriones como el Rey al frente de la mesa, que es mucho anfitrión, desde luego, y la Reina, sus regios suegros.

Letizia ha disfrutado de la Nochebuena con los suyos. Si no se sale de Palacio, que entre a Palacio lo que hay fuera.

A esa mesa acudieron familiares, según tengo entendido, a compartir el capón y los cavas, el turrón alicantino que trajeron los abuelos de Benidorm y la fabada que hace la abuela de Ribadesella, que me han dicho que quita todo el sentido y que aún me la debes, Menchu de mi alma, que no creas que se me olvida.

No está mal una dosis de realidad familiar de vez en cuando. Que tenga un buen año y que en la próxima Nochebuena haya uno más.