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Carlos Herrera  
ABC, 27 de octubre de 2001
¿Patriotismo?

A la hora de escribir estas líneas aún no se ha producido el inevitable y previsible alud de declaraciones vociferantes en contra de las palabras pronunciadas por el Rey en Utrecht sobre el nuevo patriotismo español. No es políticamente correcto hablar de la Patria, ya sabemos, ni siquiera de un nuevo concepto de la misma que recoja todos los orígenes, creencias y opiniones, por lo que el gesto del Monarca me parece valiente y, casi, casi, osado. Hablar de patriotismo en un país en el que quien ello diga va a ser tildado inmediatamente de todo lo imaginable supone un arrojo digno de aplauso.

Los partidarios de cualquier derecho de autodeterminación, de cualquier independencia o de cualquier federalismo asimétrico -¿qué más federalismo asimétrico que este Estado de las Autonomías en las que unas son más que otras?- pondrán el grito en el cielo por hablar de Patria en unos tiempos en los que se obliga a que la Patria no exista. A que no exista la Patria española; otras sí pueden y deben existir amparadas en el nebuloso derecho histórico nacido de la invención nacionalista y de la grosera manipulación de las ideas.

Todos ellos habrán saltado ya de sus poltronas tribales para cuestionar, una vez más, el derecho al patriotismo de los españoles con los más grasientos argumentos: un Estado-Nación tan antiguo como este no ha de poder expresar el orgullo de serlo -ni siquiera la conciencia- so pena de verse sumergido en el maloliente pozo de los tiempos en el que los españoles hacíamos de la Patria un arma arrojadiza. España no es una Nación, ni tan sólo, si atendemos a los argumentos machaconamente repetidos por líderes tan «sensatos» como Pujol o si hacemos caso de las infantiles y segregacionistas ideas de los mismos nacionalistas vascos que escenificaron anteayer en su Parlamento su suicida vocación independentista (los gallegos del BNG no están para muchas bravatas).

Si tantos millones de españoles no tenemos, por tanto, derecho a tener una Nación, ¿cómo vamos a tener derecho a una Patria, por mucho que esta se articule desde la esperanza de aunar en ella todo origen, toda creencia y toda opinión? El patriotismo -ahora que los norteamericanos están dando un saludable ejemplo en su versión más constitucional y moderna- puede y debe ser contemplado por los españoles sin avergonzarse por ello y sin tener que pasarse el día dando explicaciones a aquellos pocos -pero ruidosos- que han conseguido acomplejar a derechas e izquierdas con argumentos trasnochados. Por eso me parece valiente lo que ha hecho el Rey.

Otra cosa es la que le va a caer encima.