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Carlos Herrera  
ABC, 31 de marzo de 2001
Cena con Mayor

Una larga lista de personalidades de diferentes ámbitos de la sociedad española tiene la intención de reunirse la próxima semana en torno a una -o muchas- mesas con el fin de homenajear a Jaime Mayor Oreja, ex ministro del Interior y candidato a presidir el próximo Gobierno vasco.

Valga comenzar las estimaciones diciendo que se merece ese reconocimiento: su labor al frente de tan difícil tarea ha sido todo lo efectiva que podía ser. Jaime Mayor no ha acabado con el terrorismo, ciertamente, pero ha defendido de esa lacra a los españoles con los medios que escrupulosamente pone a su disposición el Estado de Derecho. Casi nada. Su aspecto de hombre templado y honrado ha conferido a la ciudadanía la sensación de estar en buenas manos y ha inferido en sus contrarios ese desaliento que entra cuando ves que tus invectivas dan con un muro impasible. Por si fuera poco, ahora entra en la disputa política por uno de los cargos más controvertidos de toda Europa: presidir el gobierno de una Comunidad sometida a la ruidosa dictadura del nacionalismo más sectario que se ha conocido en la España reciente. Sus posibilidades, por demás, son impalpables; nadie en su sano juicio puede aventurarse a predecir lo que vaya a ocurrir a partir de las ocho de la noche de ese día 13 en el que tanto nos jugamos los españoles, empezando por los vascos.

No acude, pues, a su tierra como ganador de antemano: las encuestas no saben/no contestan y los posibles aliados serán tentados hasta última hora por los amiguitos de la serpiente. Un panorama. Con todo y con eso, Mayor Oreja coge los trastos y se va a la boca de riego. Le deseo suerte, sinceramente. Se la deseo porque su suerte será la de todos los vascos, incluidos aquellos que no le van a votar y que siguen creyendo que a esa tierra le conviene un gobierno secesionista e indisimuladamente aliado a los fines de la banda más asesina y terrorífica del mundo entero.