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Carlos Herrera  
ABC, 17 de septiembre de 2000
íProu!

Pujol da por acabada la fiebre reivindicativa. Ya tiene prou y ya no toca. No obstante reclama, nada menos, soberanía (¿qué querrá decir eso?) y financiación, dinero, pasta. Lo demás ya son menudencias de entretiempo. Y hay quienes han tragado porque aún hay quien se cree esa especie de que Pujol es un político de gran altura, un visionario. No, no.

No perdamos el norte: el Honorable es responsable de veinte años de tensiones, de una generación ùo másù de analfabetos funcionales en el segundo idioma del mundo, de una pavorosa sequedad cultural en su Comunidad, de un déficit escandaloso y de la injustamente desagradable imagen colectiva que tienen los catalanes en el resto del Estado . Qué ha significado de verdad Pujol es algo que sabremos dentro de quince años o así, cuando la población catalana compruebe cómo el resto de políticos crecidos a su calor se han convertido en rehenes de su discurso unívoca y exclusivamente catalanizante y cómo el margen de maniobra disidente acaba reducido en la exclusión social. Su formato de catalanor ha debido ser asumido hasta por aquellos que crecieron en el caldo de cultivo del electorado de perfil más social y plural. Incluso nos sorprende nada menos que el PP con la asunción de buena parte de su cancioncilla.

Pujol ya ha hecho la tarea y ahora sólo queda hacer como los grandes cirujanos, que dicen a sus ayudantes eso de cierren ustedes después de una larga y brillante intervención. Ha obtenido todo lo que ha querido; ha malcriado a una clientela política a la que le ha hecho creer que España entera vive de ellos; ha despreciado a millones de españoles a los que ha condenado a la categoría de apátridas; ha presumido de ser aquél gracias al cual los demás hemos podido ser gobernados y ha creado un esperpéntico documento con otros nacionalistas del estado español en el que sienta las bases necesarias para desmembrar esta vieja nación en comandita con Arzallus y Beiras. Harto ya de sorber y soplar, el President ha dicho íprou! , o sea, mandó a parar. Que nadie se preocupe, que ya habrá quien tome su testigo.