artículo
 
 
Carlos Herrera  
ABC, 15 de mayo de 2015
Éremos pocos y llegó Aznalcóllar

AMPLIAREL PSOE es incompatible con la corrupción, aseguró tajantemente ayer Pedro Sánchez de viaje por Andalucía aprovechando que Susana Díaz se fue a Asturias unas horas con la idea de coincidir lo menos posible con su secretario general, por el que no tiene, por cierto, aprecio alguno (digamos que ese aprecio tampoco se da en el sentido contrario). La frase de Sánchez es estimable ya que supone una declaración de intenciones, pero no siempre una constatación de hechos objetivos. Es estupendo que se declare incompatible con lo malo, pero es imprescindible que atajen cualquier atisbo de comportamiento inadecuado. Díaz reaccionó con rapidez tras la noticia según la cual un juzgado de Sevilla investiga la concesión de explotación de las minas de Aznalcóllar al conocido como Grupo México. Paralizó la concesión, que es lo primero que debe hacer, e instará supongo a sus responsables a dar todas las explicaciones debidas.

Es un asunto nada fácil y todo resumen elemental puede desvirtuar el fondo del entramado, pero lo que viene a decir la juez es que no se justifica debidamente esa concesión ante la falta de garantías que presenta la oferta México. ¿Y por qué se manifiesta la juez en este asunto?: la empresa canadiense que aspiraba también a esa explotación llevó el resultado del concurso a los jugados al considerarse injustamente discriminada cuando, aseguran, presentaban una oferta muy superior a la de los vencedores. La juez analiza los papeles y dice, por de pronto, que hay falta de rigor. Saltan evidentemente las alarmas: si la juez sospecha eso quiere decir que algún interés oculto hubo en beneficiar a los elegidos. O no; ya veremos cuando se expliquen los directores generales, pero de momento enfanga el campo en el peor momento posible. Este asunto, cuya dimensión está por ver, afecta ya de pleno a la gestión de Díaz, que no pude decir, como en casos anteriores «a mí que me registren». Como señala Paco Robles, en esta ocasión no puede llamarse «Susana Yonoestaba». Sí estaba, aunque evidentemente no fuera ella personalmente quien gestionara esta firma, producida al parecer, a los tres días de abandonar la Junta el socio anterior del PSOE, IU.

Si algo les faltaba a los grupos de la oposición para justificar su falta de apoyo a la investidura de Díaz como presidenta, acaban de encontrarse con este regalo caído de los juzgados. Ahora pueden teatralizar todas las indignaciones debidas y posponer la elección de la candidata socialista hasta después de las municipales del 24, cosa que estaba cantada independientemente de Aznalcóllar, pero que con el juzgado en marcha diciendo que se produjo una concesión arbitraria ya no tiene discusión. Nadie firma un apoyo en circunstancias así.

El lunes de Pentecostés veremos cómo se mueven los actores de esta comedia anunciada, ya que habrán hablado las urnas y recolocarán algunos discursos, pero Díaz puede tener más problemas de los previstos para resultar elegida incluso después de esa fecha. Si ello lleva a una repetición de las elecciones, cosa no siempre deseable, aseguran los socialistas que podría ocurrir lo de Madrid, que entonces hizo obtener a Aguirre la mayoría absoluta. Es decir, que ganaría Susana y se acabó la discusión. Yo no estaría tan seguro pero tampoco lo descartaría. Tras el 24 muchos pueden intercambiar apoyos o abstenciones estratégicas y desbloquearse la situación para que gobierne quien más votos obtuvo. Pero el escándalo minero, de producirse confirmación o de no resultar satisfactorias las explicaciones técnicas que la juez reclama, puede extender la sospecha de que todo lo que se remueve en esta Andalucía tan clientelar acaba oliendo a corrupción, por mucha incompatibilidad que manifieste Sánchez con la misma o por mucha amenaza de falta de piedad con los corruptos que esgrima Susana Díaz.