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Carlos Herrera  
ABC, 8 de mayo de 2015
Las evidencias del CIS y de ZP

Podemos pierde muchos puntos en beneficio de lo que parece otro capricho del votante: Ciudadanos

AMPLIARSE queja la parlamentaria andaluza de Podemos Teresa Rodríguez de maltrato por parte de su oposición al comparecer ante la Cámara correspondiente para exponer sus propuestas de gobierno. Al parecer le decían «Bonita, no tienes ni puñetera idea». Cosa que seguramente es cierta, aunque maleducada. Es evidente que toda esta patulea de indocumentados aupada al poder representativo no goza de experiencia elemental, pero cierto es que ha sido elegida mediante la voluntad popular y eso debería garantizar también un elemental respeto institucional que ellos no han querido nunca poner en valor, que se dice. Los grandes profesionales del escrache, del boicot a la libertad de expresión en las universidades, del derecho a la libre exposición de las ideas, se quejan ahora como niñatos blandengues porque les digan en sede parlamentaria que son perfectos vocingleros sin sustancia. Seguramente no tiene más recorrido, pero es llamativo que los que se permiten acosar, boicotear, amenazar, sean luego unas princesitas delicadas.

Las evidencias del CIS, si es que hay que tenerlas en cuenta, pronostican una caída en intención de voto de los profesionales del populismo. Formaciones como Podemos, la máxima expresión de la futilidad política, experimentan una caída llamativa en la no menos llamativa expectativa de voto que atesoraban un par de estudios demoscópicos atrás, en los que poco menos parecían el látigo definitivo contra la vieja política española. Asistíamos un tanto incrédulos al crecimiento desmedido de un partido del que no sabíamos casi nada, y lo poco que conocíamos no era precisamente halagüeño.

Poco tiempo después de su ascenso, y en virtud de esa cosa tan española de los caprichos instantáneos, Podemos pierde muchos puntos en beneficio de lo que parece otro capricho del votante: Ciudadanos. Y así estamos ahora, con un PP en primer lugar seguido muy de cerca por el PSOE, que es lo que al final va a quedar si hacemos caso de los pronósticos de, por ejemplo, Rodríguez Zapatero, que hace pocos días confesaba en una reunión íntima que este tipo de fiebres políticas durarán cuatro años, los justos en los que los nuevos partidos tengan que asumir algún tipo de responsabilidades y se vea que son coyunturas bienintencionadas, pero no estructuras responsables de poder. Hay partidos o formaciones políticas que tienen un acomodo confortable en la oposición, Cs y Ps entre ellos. Pueden comportarse como Miss Mundo, desear la paz universal y prometer la felicidad vía regeneración democrática, y no arriesgarse a nada. Pero un día son elegidos para algo y entonces tienen que tomar decisiones, demostrar entidad orgánica y desechar improvisaciones fantasiosas. Ahí es donde pierden todo el encanto.

Podemos, sin ir más lejos, se corrige a sí mismo a diario, desdiciéndose de la mitad de las cosas que proponía: ya no hay renta universal, ya no hay ruptura con el Vaticano, ya no hay eliminación de los Ejércitos. Queda la amenaza de ahogar a los españoles a impuestos para poder gastar lo que no tienen y hundir a España en una nueva miseria, que es lo que acaban de proponer, pero habría que ver cuánto dura esa idea totalitaria al estilo del Mitterrand de los 80, política que duró menos de un año, como sabemos, y que a punto estuvo de llevarse a Francia por el sumidero. Ciudadanos anda con pies de plomo para no parecer lo que en realidad son, un grupo político que se mueve más en planos de oportunidad que en ideario definitivo y claro. Véase si no la incertidumbre de su postura ante la investidura de Susana Díaz en el Parlamento andaluz, cosa que al final tendrá que hacer el PP mediante la abstención, a la espera de que luego apoyen a sus candidatos a alcaldes cuando llegue el 24 de mayo. Cosa que no harán, por cierto. Y si no, al tiempo. Uno y otro pueden consumirse por efervescencia. Este CIS parece darle la razón a ZP.