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Carlos Herrera  
ABC, 30 de diciembre de 2000
Que perseveren

Por desgracia, el lamentable asunto de la violencia doméstica ùasí llamado en función del escenario en que se desarrollaù no ha de solucionarse con la eficacia inmediata de un decreto. Lo saben los legisladores, los jueces, las víctimas y hasta, si me apuran, los propios maltratadores, en el dudoso caso de que utilicen la psique para algo más que para engendrar nuevos métodos de tortura. La amortiguación de ese dramático conflicto habrá de llegar después de muchos años de acciones conjuntas de todos los estratos sociales. Entretanto llega el día en que esos tipos vayan desapareciendo estadísticamente, el Gobierno puede poner paños calientes de efecto paliativo y cercar con la justicia a estos individuos. Desgraciadamente, poco más.

No hay pócima mágica para evitar esa ruidosa violencia que se ceba, de puertas adentro, en mujeres indefensas. No obstante, quienes confeccionan las leyes tienen la obligación de asumir este asunto como uno de los que de forma más grave atentan contra la convivencia y la de discurrir medidas efectivas para evitar dramas como los que han llevado a la tumba o a la tragedia a cientos de esposas, novias o compañeras.

El Partido Socialista, me vengo a referir, ha confeccionado una interesante batería de propuestas para continuar la tarea emprendida de forma más decidida desde hace unos años.

Las letras de esas propuestas suenan bien, parecen sensatas, incluso imaginativas, y tienen un importante peso de conjunto. La lectura política que debe hacerse de ello, más allá de la valoración técnica que corresponda, es la de que la oposición se demuestra andando, no sólo vociferando. El PSOE está en la obligación de controlar al Gobierno, de cercar sus posibles desmanes, de censurar sus medidas en función de su concepto de acción política, pero también en la de aportar iniciativas que hagan ver al electorado que no son sólo perros de presa, dicho ello con todo respeto. La oposición debe indicar a los ciudadanos qué es lo que haría en el caso de gobernar, y éste ha sido un magnífico ejemplo.

Con cosas así se recupera la confianza de los votantes. Que perseveren.