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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 23 de septiembre de 2004
Houston: Rocío tiene que volver entera

Houston: tenemos un problema. Lo mismo que le dijo el astronauta del Apollo XIII a la base cuando detectó que le había saltado un relé a la nave se lo digo yo a los doctores que ya a estas horas están enjuagándole la herida a Rocío Jurado, la mujer valiente que el pasado viernes se puso frente a la cámara y le dijo a España: “Tengo un cáncer”.

Ése es el problema, Houston, que tiene un cáncer y que tiene que volver entera, recompuesta, enjabonada y rediviva; tiene que parecer que no ha pasado por ella la sombra maloliente que quería trajinársela para siempre, tiene que hacerlo como si acabara de dejar la Chipiona pequeña del moscatel y las piedras que la vio salir una mañana de trenzas y calle larga, como si hubiera interrumpido una canción para toser.

Tiene que volver porque una mujer que es capaz de medir la emoción y de evitar actuación ninguna cuando le dice a su país que ha estado a punto de morirse no puede sino apartar la maleza de su camino y dedicarse a repartir felicidad a los que tiene alrededor.
 

Eso tenía que contarlo yo y no nadie de mi familia”. Cuánta razón. Cuánta grandeza en el relato pausado del mal que la aqueja

 
Eso tenía que contarlo yo y no nadie de mi familia”. Cuánta razón. Cuánta grandeza en el relato pausado y pormenorizado del mal que la aqueja. Días y semanas de dimes y diretes hasta que, al final, Houston, se planta en su jardín e interrumpe, incluso, la programación de las televisiones para desplegar un capote de serenidad que es el que sacan los grandes toreros en las grandes ocasiones. Sin medias verdades. “Tengo un cáncer y voy a curarme”.

Prepárate Houston porque vuela hacia allá un terremoto que no te dejará indiferente y que lleva años sembrando la semilla de la vida

Prepárate Houston porque vuela hacia allá un terremoto que no te dejará indiferente y que aquí, en su patria, lleva años sembrando la semilla de la vida, de la amistad y del arte, de la generosidad y el amor. No te dejará indiferente. Sentirás un pellizco en cuanto abra esa boca que tanto compás ha esparcido por las tablas.

Ya me lo contarás, Houston, cuando pida pista para aterrizar en el mundo de los que pudieron haberse quedado en el camino y, sin embargo, acaban durando más que un martillo metido en manteca, que es lo que yo quiero y lo que quieren quienes la quieren.

Haced lo que tengáis que hacer pero devolvédnosla con lo mejor que tiene intacto: su corazón. Aquí la esperamos a pie de escalerilla un grupo de amigos que ronda los cuarenta millones de personas. Si fuisteis capaces de devolver a la tierra a aquellos muchachos que andaban perdidos por el espacio, seguro que podréis poner a punto a un suspiro del alma de España hecha mujer.