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Carlos Herrera  
ABC, 12 de septiembre de 2014
Precisión coreana, entusiasmo catalán

Mañana (por hoy viernes), toda plasmación pletórica de la voluntad irredenta de los catalanes será poca

ATENDIENDO a la efectividad de la técnica de la llamada Asamblea Nacional Catalana mediante la cual los comunicados que resumen tal o cual acto, valoración incluida, se escriben un par de días antes de que el acto se produzca, voy a escribir sobre la manifestación de Barcelona un par de horas antes de que empiece. Y lo hago camino de Albacete y de su Feria de la Virgen de Los Llanos, lugar magnífico para disfrutar de la Diada de Cataluña, sentado cómodamente en un confortable tren de Renfe. La plaza de toros albaceteña es un coso entendido y serio, donde se suele trabajar con bastante tino en la elaboración de los carteles y donde el público, poco peliculero, exhibe conocimientos y exigencia acorde a un clasicismo reconfortante. Uno, que pasa por ser el español que más veces ha ido a Albacete sin causa justificada, cree que no hay mejor escenario para celebrar con sus amigos catalanes un día festivo y reivindicativo que este interesante enclave manchego a medio camino de todo. Mis amigos, algunos en la manifestación, otros en la playa, otros en su casa, entenderán mi brindis. La famosa V que dibujan las dos grandes avenidas de Barcelona, presentaban un aspecto abarrotado, y desde el cielo su visión resultaba espectacular. La inmensa mayoría de los asistentes lo hacía envuelto en banderas independentistas y coreando los eslóganes más habituales en estos casos, la mayoría reivindicativos de libertades referentes a su total autogobierno. El ambiente ha sido festivo sin exceso de crispaciones a excepción de algunos grupos de alborotadores. En pocas palabras, precisión coreana (del norte) y entusiasmo catalán. Frente al escenario situado en la cabecera de la plaza de Las Glorias, arremolinados y arrobados por el éxito de la convocatoria, con brillo en los ojos y proliferación de abrazos, no pocos parlamentarios y consejeros del gobierno regional se felicitaban «por la indudable voluntad del pueblo catalán de convertirse en un pueblo libre». Lo cual implica que ahora creen que no lo son. De hecho, el discurso de la presidenta de la ANC ha redundado en ello, dando por seguro que Cataluña será un estado independiente después del referéndum del 9N. Aunque el referéndum no se celebre (eso no lo ha dicho ella). Ha instado a Artur Más a poner las urnas si o sí y ha acusado al gobierno central de tener miedo a la democracia, de prohibir que los catalanes se expresen y ha añadido algunas valoraciones negativas acerca de «otros pueblos» con los que están obligados a convivir en el mismo espacio político y a los que mantienen con su trabajo. Tras el tiempo pertinente en el tramo que correspondía a cada cual, los estáticos manifestantes de esta original «performance» han cogido camino a casa y aquí paz y allá gloria. Los bares de toda la V están encantados con la recaudación aunque manifiestan que ésta podría haber sido mayor si los catalanes asistentes no tuviesen la maldita costumbre de venirse con el agua y la merienda de casa.

Mañana (por hoy viernes), toda plasmación pletórica de la voluntad irredenta de los catalanes será poca. Ni la convocatoria de otros actos ni la realidad silente de los catalanes no asistentes hará desistir a quienes han planificado la lectura por anticipado, a quienes dan por cierta la secuencia de hechos que desembocará en la arcadia feliz de lo único que puede ocurrir: la independencia. Sólo que ninguno de los anteriormente citados maneja una variable a la realidad: ¿y que pasa si la independencia no llega, de la misma manera que no habrá de llegar el referéndum? ¿Quien se come el dramatismo de «pastorets» con el que están representando su pequeña historia contemporánea?

¿Ven?, eso ya no tengo valor de predecirlo. Ni tampoco cómo va a salir Más de un abarrote espectacular como el de hoy.