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Carlos Herrera  
Diez Minutos, 17 de mayo de 2004
Adiós al polémico pero entrañable Gil

Esa "mole" que aparecía en bañador en televisión, ese broncas futbolero, ese alcalde desconcertante, ese empresario inagotable, ya no nos deleitará más con su inagotable y personal "verborrea".

Prescindo ahora de valoraciones profesionales y políticas y me quedo con la persona que había tras el personaje. Le envío un abrazo de imposible consuelo a la familia y lamento no haber podido despedirme de él.

Cuando he escrito de esta manera de él, incluso en los momentos más difíciles, no pocos me llamaban la atención por situarme humanamente cerca de un personaje controvertido. Nunca me importó. Hoy lo vuelvo a hacer igual de convencido.

 No pocos me llamaban la atención por situarme humanamente cerca de un personaje más que controvertido

Cuando lo conocí aún no era el perejil de todas las salsas: era dueño de su empresa y habíamos quedado para firmar una escritura de compra de mi primera vivienda. Llegó tarde, seguido por una cohorte de señores con papeles; había quedado con 17 más, a los que el notario despachó con rapidez gracias a su facilidad para metérselo en el bolsillo.

Me causó la impresión de ser un elefante tras el que había una persona. Y lo cierto es que desde entonces no han podido con esa impresión todos los líos en los que Jesús se ha ido metiendo, todos los exabruptos, las corruptelas, las demasías, las injusticias.

Podemos estar en plena efervescencia de barbaridades y a mí se me aparece aquel tipo bonachón, que más tarde se metería en el lío enorme del fútbol, presidiendo un equipo eternamente aspirante a todo.

El fútbol le costó mucho, pero le proporcionó el placer de una victoria histórica, el doblete

Más tarde arrasó en las elecciones para alcalde del pueblo más turísticamente pregonado de España. En ambas disciplinas es probable que sean muchos los que tengan razones para detestarle, pero no sería justo que olvidáramos a los que las tienen para quererle.

Siempre le dije que si fuera ciudadano de Marbella no le votaría jamás, pero también le aseguré que yo era de los que tomaba nota del resultado de las elecciones y me preguntaba qué hacía que le votaran masivamente.

El fútbol le costó mucho, pero le proporcionó el placer de una victoria histórica, el doblete del Atleti, que le debió hacer el hombre más feliz del mundo, como le hicieron feliz su familia y los amigos, que los tuvo, aunque algunos se hayan tapado cuando las cosas han venido avinagradas.

Yo, su familia y muchos otros que le dieron el último adiós, recordaremos siempre a ese Jesús Gil del "tal y tal", con sus bromas, en plena efervescencia.