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Carlos Herrera  
El Semanal, 8 de diciembre de 2013
Livio, emperador rumano

Macael es nombre escrito en mármol, como lo son aquellas palabras nacidas con vocación de eternidad. Visite usted la comarca y acérquese al lugar del que ha salido el mármol de su cocina, por ejemplo. Verá en la sierra de los Filabres cada uno de los bocados que se le van dando a la tierra, las cicatrices de las laderas sobre las que quedan las canteras de piedra blanca, las minas a cielo abierto que han dado a ese fragmento del valle del Almanzora nombre universal. Visite Olula del Río y caiga como de casualidad en casa de Antonio Reina y que le prepare en su pequeño bar cualquier primor. Pasee por ese escenario cinematográfico que va de Sorbas y Tabernas hasta Tíjola y Purchena. Conozca la Almería de los adentros, tan interesante como la bellísima costa del cabo de Gata, como la insuperable franja marítima que va de Carboneras a Cuevas, pasando por tesoros como Mojácar, Vera y Garrucha.

A Almería le falta un poco de cariño por parte de las administraciones, infraestructuras imprescindibles a medio concluir, pero puede presumir de ser un activo creador de riqueza como pocos en su enclave autonómico. El mármol es, a la par que la agricultura intensiva o el turismo, uno de esos agentes de riqueza. Si no se construyen casas o negocios, el mármol no se vende, con lo que los últimos años han sido preocupantes, pero la exportación y la capacidad creativa de estos empresarios han podido con el infortunio de una crisis agotadora. Paco Cosentino, sin ir más lejos, creador del famoso Silestone que puebla interiores y cocinas de medio mundo, estrujó el cerebro hasta dar en su impresionante departamento de I+D+i con otro producto que va a revolucionar la construcción en medio planeta: el Dekton. Es material ultracompacto, resistente a todo, estable y funcional como no hay otro. El cuarzo Silestone es magnífico para interiores, pero el Dekton lo es también para exteriores y ha hecho que los más importantes estudios de arquitectura del mundo quieran trabajar con él. Como el Grupo Cosentino, otros empresarios emprendedores e incansables desarrollan una actividad empresarial que los hace admirables, rocosos e impermeables a las adversidades como la marmolina de las entrañas de la comarca. Recientemente, me distinguieron con el premio que su asociación concede en nombre del mármol todos los años en una velada agradable y feliz (en la que la gente de Jardines La Tejera de Olula me dio un bacalao confitado inolvidable).

Uno de los amigos de la velada me convidó a comer a su casa en lo alto de Mojácar al día siguiente. Al frente de su cocina estaba Livio, que luego supe también que cuida de la finca, del jardín, del coche y de lo que sea menester. Cobra adecuadamente por ello y desarrolla su trabajo a mutua satisfacción. Es hombre afable y de pocas palabras, rumano llegado hace diez o más años a España, como tantos, a trabajar en lo que fuera menester. Es honrado, diligente e inagotable. Y da la casualidad de que aprendió a manejar los cacharros en aquella cocina y a hacerse, con el tiempo, un emperador de los fogones. El punto que le dio a la gamba roja de Garrucha y a la delicadísima quisquilla local no he llegado a probarlo nunca antes: poca sal sobre la plancha y un simple pase de los bichos, de tal manera que dudas en primera instancia de si están cocidas o plancheadas. El pollo con almendras que preparó a continuación era de una perfección que ningún latino europeo ha conseguido hacerlo igual desde la construcción de la Europa posromana. Y la fritura de los galanes, pescado local mezcla de salmonete y acedía, pez delicado de piel roja, otrosí. Tiene que venir uno de Rumanía, pensé, a enseñarnos a los locales a sacar todo el provecho de nuestra fauna marina.

Livio es un ejemplo de tantos hombres y mujeres que llegaron a España a dar lo mejor de su trabajo desde la castigada tierra rumana. A ellos debo homenajear hoy al objeto de separar su nombre de buscavidas y maleantes que han manchado su origen. Homenaje a rumanos y almerienses que trabajan de forma incansable para ser cada día mejores, para progresar y hacer progresar, para convertir nuestra tierra en una mejor cantera de humanidad, prosperidad y bonanza. Va por ellos.