¿Cambia mucho la muerte de los muertos en función de quien sea el que dispare?. No. Pregúntenselo a las madres, a los hijos, a los hermanos. No supone alivio ninguno saber que el asesino tiene otro nombre, por lo que nuestro respeto por los muertos y por sus familiares sigue siendo el mismo, y la rabia sigue siendo la misma, y la indignación la misma. Otra cosa es que, cuando escribo el suelto, las cosas evolucionen en otro sentido y algo nos diga que no ha sido quien creíamos que ha sido y pueda ser quien no creíamos que pudiera hacerlo. Si tras las mochilas cargadas de explosivo está el terrorismo islámico en lugar del vasco sólo tengo que cortar y pegar y sustituir a Josu Ternera por Ben Laden. Conviene tener prudencia y esperar a que concluyan las investigaciones, pero valga adelantar que si el asesino es otro que ETA ello significará que España tiene otro enemigo igual de cruel, de satánico, de enloquecido que la organización nacionalista vasca. Es fácil pensar, por otra parte, que las bombas hayan llegado desde el sur de Francia: ya lo han intentado otras veces y con características semejantes, siempre en Madrid, poco antes de unas elecciones, en una estación de tren, con furgonetas llenas de trampas... Tan fácil que el mismo Lehendakari Ibarreche fue el primero en salir a los medios a condenar el atentado atribuyendo a ETA la autoría. Tras él, los demás. Tras los demás, la gente, la calle, la ciudadanía, la cual ha vivido un estallido de furor difícilmente igualado en la historia moderna de nuestra nación. Al-Qaeda mata infieles y ETA mata demócratas, e infieles y demócratas vienen a ser lo mismo para ambos grupos, con lo que cualquiera de los dos puede haber sido el asesino. Bien se ha reivindicado de forma oportunista, bien uno de los dos le ha hecho el trabajo sucio al otro, pero los muertos sí que son los mismos y si no pueden ser utilizados en contra de unos tampoco lo pueden ser en contra de otros. Si ETA ha matado lo ha hecho al estilo afgano-iraquí, tapándose los ojos y dejando la dinamita; si ha matado Al-Qaeda –coincidiendo con otro día once-- lo ha hecho usurpando el escenario favorito de los etarras y copiando sus maniobras habituales. Sigue valiendo, para uno y otro caso, la llamada a las urnas que se ha venido haciendo desde estas páginas y que configura la mejor y más radical respuesta de los ciudadanos en contra del terror: la democracia nunca puede dejarse amedrentar por el fuego y la ira, debe ser defendida con la soberanía del voto y conviene ser ejercida mediante la sublime consagración de las urnas. A votar, a votar el domingo, a reafirmar que ni unos ni otros podrán con nosotros, ni los recalcitrantes terroristas vascos ni los fanáticos islamistas que blanden el Corán en una mano y la metralleta en la otra. Puede, insisto, que tengamos que desdecir parte de lo dicho, que debamos reorientar la rabia, pero aunque cambien los asesinos, los muertos siguen siendo los mismos y las consecuencias de la muerte siguen siendo las mismas para los familiares de aquellos que tomaron un tren a las siete de la mañana rumbo a la muerte, a la destrucción, a la sangre derramada. Sigue siendo la misma España la que sale a la calle a reafirmar su amor por su gente y su país. Sigue siendo la misma infamia la que guía la mano del criminal. Sigue siendo la misma solidaridad la que conmueve a los españoles de bien. Sigue el dolor, sigue la pena, sigue la cólera.
Siga Dios bendiciendo sus almas y siga la justicia de los hombres persiguiendo a sus asesinos.
El MINISTERIO DEL INTERIOR y RENFE han abierto varios números de teléfono para suministrar información a los familiares de las víctimas:
El MINISTERIO DEL INTERIOR ha facilitado los números 900-150-000 y 902-150-003
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