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Carlos Herrera  
ABC, 4 de enero de 2013
EPPUR SI MUOVE

 

Es posible que algo se mueva. Ocurre que el movimiento es tan leve que es una frivolidad tirar flores al paso de los gestores de lo nuestro

 

ES muy probable que la frase sea apócrifa. Si alguno de los barandas de la Santa Inquisición le llega a escuchar tal aserto a Galileo, el confinamiento en su casa de Florencia se habría convertido en una condena a penas irreversibles. Puede que Baretti se la escuchase algunos días después, pero es altamente improbable que el sabio hubiese adoptado una soberbia desafiante ante un Tribunal que estaba deseando empapelarle por decir que era la Tierra la que giraba en torno al Sol y no al revés. Y sin embargo se mueve. A partir de entonces la humanidad ha utilizado esas palabras pronunciadas aparentemente entre dientes para significar que una cosa es la verdad impuesta por determinados dogmas y otra muy otra la que destilan los datos fríos y asépticos.

 

Aquí lo que hay que decidir es quién carga en sus afirmaciones con el dogma más cómodo para la interpretación de los hechos: los que observan el curso de todo el 2012 y se dejan de anécdotas o quienes entienden que algo se está moviendo merced a los datos de paro de ayer. Es decir, si el hecho concreto de que casi sesenta mil personas hayan encontrado trabajo en este pasado diciembre, en plena recesión, es un destello esperanzador en un contexto dramático. O, insisto, si es simplemente una raya en el agua de la destrucción de empleo. Los más pesimistas esgrimen que 2013 verá crecer el paro hasta alcanzar los seis millones; y es muy probable que estén en lo cierto. A no ser que la sangría de interinos de la Administración finalice pronto y el sector exterior y demás trabajos de índole privada hallen flexibilidad suficiente en las nuevas normativas para generar trabajo a pesar de que el escenario general sea recesivo. Diciembre de 2011, en recesión también y sin Reforma Laboral, destruyó empleo; ese es el dato al que se acogen los que musitan la frase de Galileo como un seseo. El de ayer no fue un mal día para ellos: ha bajado el precio a pagar a aquellos que invierten en el Bono a diez años, ha subido la Bolsa, la Prima de Riesgo se ha situado en torno a los 350 puntos y Morgan Stanley ha calificado a España como uno de los destinos interesantes en 2013 para la inversión. Es posible, pues, que algo se mueva. Ocurre que el movimiento es tan leve y escueto que es una frivolidad abrir las ventanas y tirar flores al paso alegre de los gestores de lo nuestro: la situación es casi tan angustiosa como la dejó noviembre y nada hace prever giros extraordinarios de la realidad. Son imposibles, es evidente, pero cabría desear algo más que vaivenes estacionales dicen los más críticos. Y aseguran que harían falta cuatro o cinco decenas de diciembres como el presente para arreglar el asunto, que un solo mes no es síntoma de cambio de tendencia y que un país con cinco millones de parados y ocho de pensionistas no se sostiene. Más aún con descenso severo en la lista de afiliados a la Seguridad Social.

 

Todo lo anterior es incontestable. Pero matizable. Los afiliados caen por extinción de convenios de cuidadores de personas dependientes, descontando el factor de estacionalidad también desciende el paro y el aumento de trabajos no parece deberse a los contratos en una campaña de Navidad muy corta en compras. Por demás, es el mejor dato de diciembre desde que existe el método de conteo presente, es decir, desde 1997, cuando la recesión no era tal. Y algo más: en algún momento se empiezan a cambiar las tornas y puede ser el presente. Ya veremos la EPA el mes que viene: si los contratados de diciembre no son los parados de enero, más de uno parafraseará a Galileo. Algo se estará moviendo.