¿Nadie más ha cometido errores de bulto que nos van acostar un tiempo de sacrificio y espera para el que casi no hay margen?
SIEMPRE llevamos dentro un Seleccionador Nacional de fútbol. Ahora todos  lo hemos cambiado por un Gobernador del Banco de España, aunque quien  encarne el cargo no goce hoy de la máxima popularidad. En virtud de  dicha ostentación tenemos la tentación de sentenciar sobre los vaivenes  de los balances bancarios con el mismo entusiasmo con el que afirmamos  que sería conveniente permutarlos puestos de menganito y zutanito en el  partido de mañana. MAFO, Fernández Ordóñez, mitad monje, mitad soldado,  es considerado, abiertamente, el malo. Da la impresión de que estábamos  buscando al culpable y al girar la cabeza lo hemos visto a él sentado a  solas en una silla del recibidor y hemos dicho: ¡este es!, ¿cómo no  habíamos caído antes? Mitad político, mitad economista, es considerado  por el presidente del Gobierno como un perfecto insolvente, cuando no un  malvado. A decir de quienes rodean a Rajoy, cuenta las horas que quedan  para poder lanzarle a la trituradora de altos cargos y convencer alas  recambios que está tocando para que acepten el cargo. Son dos o tres los  que rondan por su cabeza y el primero, el que más interés le suscitaba,  ya le ha dicho que no. MAFO no vigiló, MAFO no reguló, MAFO no advirtió  el peligro de algunas absorciones y MAPO instó a fusiones por instar:  son los cuatro cargos que de forma más severa pesan sobre su quehacer  reciente, además del dardo envenenado en forma de pregunta que se hace  desde algún ámbito «pepero»: ¿MAFO realmente con quién colabora? Quizás  no lo haga ni siquiera consigo mismo, pero sea como fuere ahora es el  apestado de las finanzas españolas que carga sobre sus espaldas la  acusación de haber derrumbado el prestigio del Banco de España, el cual  ciertamente, jamás había recibido tantas invectivas desde diversos  caladeros. Le guste o no, leva a caer encima la responsabilidad de haber  consentido conceder miles de millones a promotores de todo encaste para  la compra de suelo a precio de vivienda acabada, lo cual se ha  convertido en las «subprimes» españolas y en el motivo principal de la  crisis financiera que asola el panorama bancario de un país que presumía  -por boca de su presidente- de lo que todos ya sabemos. Hoy, a estas  alturas de la crisis, señalado ya el sospechoso principal-sorprende, en  cualquier caso, que un hombre solo pueda descalabrar tantas  estructuras-, algunos debaten abiertamente si era maldad o ineptitud en  una clara exageración de las interpretaciones libres de la realidad. Es  cierto que no quiso ver, o no supo, la situación caótica de cajas como  la manchega, pero tampoco de otras que dependían de gobiernos de otro  color político, léase CAM, y que no eran ningún dechado de virtud  financiera (si engañaron con sus cuentas, los directivos de la CAM  cometieron delito perseguible, si el BdE miró para otro lado, se  comportó irresponsablemente). También lo es que su ejecutoria se ha  caracterizado -o esa impresión da- por esperar pacientemente a que  escampara la tormenta y entretanto dejar hacer, mientras teñía su  trabajo de todo tipo de declaraciones y consideraciones acerca de  asuntos en los que se le exigía algo más que prudencia desde diversos  ámbitos políticos (reforma laboral. edad de jubilación, negociación  colectiva...).Ahora, a toro pasado, algunos reanalizan su actuación  cuando animó a la adquisición de una ruinosa Bancaja y lo interpretan  como el error de juntar manzanas sanas con podridas...
Demasiado para un hombre solo, como digo. ¿Nadie más ha cometido  errores de bulto que nos van a costar un tiempo de sacrificio y espera  para el que casi no hay margen? MAFO puede ser malo, ¿¿pero tanto??