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Carlos Herrera  
ABC, 30 de marzo de 2012
La hora de la grandeza

SÉ que el asunto es la huelga general decretada por los sindicatos y llevada a cabo mediante las coacciones de la banda de matones que forman los piquetes. Sé que el asunto es, asimismo, el diferente criterio valorativo que van a tener autoridades y sindicatos a la hora de valorar la jornada del 29 de marzo. Incluso sé que la principal noticia del día va a estar en el recorte brutal que el Gobierno va a formalizar en los Presupuestos Generales de Estado que hoy hará públicos tras el Consejo de Ministros y que perfectamente van a parecer «La Matanza de Texas»: menos lo esencial, sanidad y educación, todo se va a ver podado sin piedad. Pero hoy, por aquello de los desahogos, tendría a bien dedicar esta humilde prédica al futuro inmediato que el destino nos tiene deparado a los andaluces de todo signo y condición, tan unido al del resto de los españoles, tan dependiente de las medidas a adoptar por el gobierno común de todos. Con permiso.


Se mueve en determinadas élites sociopolíticas andaluzas una suerte de convencimiento de que la crisis particularmente acentuada que vive la Comunidad no puede más que agravarse hasta límites insoportables en el caso de que el futuro ejecutivo andaluz esté formado por una coalición de socialistas más los comunistas de Izquierda Unida. No hay que ser un lince para saber que la oposición política al Gobierno de la Nación va a ser estructurada desde la resistencia a aceptar la exigencias de déficit a las que obligan los compromisos internacionales de España. Un dirigente de IU ha llegado a decir que su política va a ser «antisistema» y que es preferible dedicarse al empleo que a pagar la deuda, como si se pudiera elegir. Las exigencias de dicha formación a un gobierno presidido por Griñán incidirían en una rebeldía presupuestaria que le costaría al país y, sensiblemente, a Andalucía un costoso pago en prestigio y estabilidad. Lo más probable es que el Gobierno central bloquease algunas transferencias y ello obligara al Ejecutivo andaluz a suspender determinados servicios, de lo cual se culparía inmediatamente a la insolidaridad con Andalucía de los ministros de Rajoy y a la feroz corriente neoliberal marcada por el capital y tal y tal… El escenario es sumamente descorazonador. ¿Alguien en su sano juicio cree que a Andalucía va a acudir algún inversor a dejar su dinero al recaudo de unos tipos que tienen en su ideario la proliferación de plantaciones de Cannabis, la creación de un «Banco de Tierras» o esa cosa extraña que se llama el «control democrático de la economía» y que no suena a otra cosa que a la planificación económica al más puro estilo de la RDA?


IU puede presumir de acoger en su seno a gente que, en planos municipales, ha obrado con honradez y cierta eficacia —este cronista conoce a algunos—, pero ello se ve diluido ante el discurso agraz y decimonónico de su programa electoral. Que una formación —tan dispar, por otra parte, en el conjunto del país— pueda siquiera obligar a determinadas acciones irresponsables a un gobierno socialista con infantiles tendencias a ello, puede significar la ruina final para un territorio asolado por el paro y todos los demás fracasos estadísticos de sobra conocidos. Por ello no es descabellado pensar que, en atención al bien común, los dos principales partidos, PP y PSOE, establezcan un acuerdo de gobierno. Los populares deberían ser generosos y ceder la presidencia a los socialistas —ya que éstos podrían formar gobierno sin necesidad de recurrir a ellos, por mucho que sean la segunda fuerza más votada—, gobernar conjuntamente, y, entre todos, sacar con políticas sensatas y pactadas a la región adelante. Y con ella al país.


Ya sé que es improbable. Pero es el momento de la grandeza.