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Carlos Herrera  
ABC, 11 de noviembre de 2011
SUS MUERTOS

Es en memoria de las víctimas de verdad en nombre de quien debe negarse concesión alguna


NO, si ahora va a resultar que las víctimas son ellos, que los asesinos que de forma contumaz han ido matando por toda España durante cincuenta años son los verdaderos sufrientes de «El Conflicto».

Se celebró el «Día de las Víctimas» en el Parlamento Vasco sin la presencia, precisamente, de ninguna víctima: las del terrorismo etarra no tienen intención de ser mezcladas y barajadas con aquellas otras que murieron como consecuencia de algún «exceso» de algún funcionario del Estado. Formar un «revolutum» no parece justo: no es lo mismo aquél que murió como consecuencia de una maquinación destinada a asesinarle que el asesino o terrorista que sucumbió a manos de la Policía en circunstancias o aclaradas. Lo siento mucho, pero no es lo mismo. Lo ha descrito magistralmente Florencio Domínguez en un artículo titulado «Víctimas que no son». No es de recibo que el mundo proetarra, el engrudo e intragable amasijo de filoterroristas de Bildu y compañía, quiera hacer pasar por víctima a un etarra que murió en la cama de un infarto mientras copulaba con su pareja. No es una víctima, como escribe Domínguez, un abogado que se ahogó en las playas de Cabo Verde mientras tomaba un baño, y tampoco lo es un etarra fallecido al caer de un tejado en Argelia mientras colocaba una antena de TV (Txomin, evidentemente). Con todo mi respeto por la vida humana, no pude colocarse en el mismo listado a un Guardia Civil destrozado por una bomba lapa y a un jefe de pistoleros con poca pericia para la instalación de antenas, de la misma manera que no puede cohabitar en la misma memoria o en el mismo homenaje un concejal de pueblo vasco, navarro o andaluz con cualquiera de los terroristas que fallecieron como consecuencia de la explosión de los artefactos que ellos mismos manipulaban. El que muere queriendo matar es un asesino frustrado, no una víctima, parece que ha dicho López. La ETA legalizada, es decir, Bildu y Amaiur, han elaborado un listado de 475 muertos, nada menos, con los que contrarrestar la contundencia de la realidad: los más de ochocientos cincuenta que murieron como consecuencia de acciones terroristas. Con ello se amortigua, o se pretende amortiguar, la cruda verdad de la memoria que siempre les habrá de perseguir mientras haya un solo familiar vivo, o mientras sigamos vivos algunos que no estamos dispuestos a olvidar. Pretender que caben en el mismo saco los guardias civiles de la plaza de la República Dominicana con los familiares de etarras que han muerto en accidente de tráfico mientras iban a visitar a estos a las cárceles, es la evidencia clara de la estrategia a seguir en los próximos tiempos: la guerra trajo estas desgracias y ya hemos acabado con ellas gracias a que vamos a luchar por nuestros legítimos objetivos a través de la representación política. Así que ahora, venga ese indulto, venga esa mesa política, venga la legitimación de mis muertos, aunque entre ellos yo incluya los que lo han hecho de muerte natural o como consecuencia de enfermedades que nada tienen que ver con la acción policial.

Hoy, el diario «Gara», la plataforma editorial de la ETA, publica una entrevista con la banda en la que, previsiblemente, no pedirá el voto para Amaiur con tal de no asustar a nadie, pero, por descontado, exigirá que comience el baile de compensaciones por haber dejado de matar o por haber prometido que no va a intentar más. Es en memoria de las víctimas de verdad en nombre de quien debe negarse concesión alguna. Ni siquiera estratégica. Y es memoria de los muertos y extorsionados en nombre de quien no puede permitirse ningún tipo de confusión: los muertos a homenajear son los de este lado. Ellos, que se vayan con los suyos.