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Carlos Herrera  
ABC, 20 de julio de 2023
Votar para botar

Imaginen lo que sería la reedición de estos intensos e insoportables días

La prospectiva electoral de este último día de campaña nos indica que, aunque toda situación sea posible, las cuentas más probables se resumen en tres: victoria cómoda y suficiente de Nuñez Feijóo, victoria insuficiente que le obligue a un pacto, cómodo o incómodo, con Vox, o capacidad de Sánchez, si no para gobernar, sí para bloquear la formación de un gobierno. Se descarta la posibilidad de margen suficiente para repetir el gobierno actual con el apoyo de sus socios. Esto último nos priva de una situación que, siendo desastrosa para el país, contemplaría una única condena para el vencedor: administrar su propia herencia. De poder Sánchez renovar sus acuerdos debería enfrentarse a varias situaciones endemoniadas: afrontar las exigencias fiscales de la UE, que piensa que la fiesta debe terminar, y afrontar las anunciadas reclamaciones al cobro de sus imprescindibles socios parlamentarios, todas redundantes en derechos de autodeterminación y otras gansadas. Respecto a lo primero, Sánchez no sabe gobernar sin gastar ni endeudarse; respecto a lo segundo, aunque lo deseara no tiene margen legal para conceder lo que la Constitución no le permite. Pero sí puede darse, y no es inverosímil aunque sí poco probable, que el PSOE y Sumar obtengan un número de diputados que hoy no le conceden las encuestas, pero que tendrían a su alcance si los votantes de izquierda se movilizan en masa. Dando por hecho que el sanchismo no seguirá los consejos de Felipe González acerca de dejar gobernar a la lista más votada –como hizo él con Aznar en el 96–, un determinado número de escaños le permitiría reeditar el No Es No: PP más Vox no alcanzan mayoría y solo una abstención socialista permitiría la formación de un gobierno. En el caso de tampoco sumar los suficientes apoyos para gobernar, tampoco el PSOE tendría camino abierto hacia La Moncloa, con lo que el bloqueo, negándose a la abstención, llevaría a una nueva convocatoria de elecciones, una situación que nos suena.

Imaginen por un momento lo que significaría socialmente una reedición de estos intensos e insoportables días durante los próximos meses. Imaginen una larga campaña, tensa, histérica, semejante a la vivida a lo largo de los días que median desde la convocatoria de las municipales y autonómicas hasta ahora… La peor campaña de la democracia, la presente, alargada hasta finales del año presente: insoportable. Ello es probable si se dan algunas circunstancias, básicamente reducidas a dos: movilización de la izquierda y desentendimiento, siquiera menor, del electorado del centro-derecha. La irracional convocatoria de elecciones en un 23 de julio buscaba, además de otras cosas que tienen que ver con la estabilidad de Sánchez en su partido, precisamente ese escenario. Es por ello por lo que los ciudadanos están en la obligación de responder cívicamente con el voto, aunque estropee la tumbona u obligue a hacer cola bajo el sol; y que ese voto conteste a la hartura de la ciudadanía por haberla llevado al límite. Si usted está harto de Pedro Sánchez sepa que sólo mediante el mecanismo de votar se consigue el efecto de botar.