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Carlos Herrera  
ABC, 14 de octubre de 2000
El Carné

La desobediencia civil que ETA y sus afines han diseñado para este otoño acaba de recibir un importante espaldarazo desde un Juzgado de instrucción norteño: su titular, María José Galindo, ha aceptado el llamado «carné de identidad vasco» como documento identificativo y ha exonerado de culpa a un joven proetarra al no querer exhibir su DNI ante la Policía vasca. ¿Miedo o, simplemente, incompetencia?  Ambos supuestos impedirían seguir en su cargo, desde ahora mismo, a la titular de ese Juzgado. Su decisión da cobertura al importante capítulo de boicot al Estado descrito por Garzón en su investigación de la trama etarra y dibuja una mueca de alegría por el inesperado éxito en la cara de los muchos enemigos con los que cuenta la convivencia. Puestos a hacer el ridículo, Su Señoría podría haber validado también como identificativo legal el recibo de la sociedad gastronómica,  la foto de la peña en el chabisque o el carné de cualquiera de las organizaciones mortíferas de HB. Ya puestos, da lo mismo. Dice  la lumbrera jurídica que ese carné, identificar, identificaba, igual que puede hacerlo el de conducir o el de identidad. Pero olvida este talento que mientras que el de conducir  lo expende una Dirección General de un Ministerio y el de identidad otra que tal de otro que tal, el «carné de identidad vasco» lo expide directamente algún hijo tonto de Sabino Arana en colaboración con algún pistolero. Es la única diferencia. De matiz, si queremos, pero diferencia.


Esta juez, muerta de miedo, incompetente, o quizá algo peor, debe saber a estas alturas que, si no lo remedia otra instancia superior, acaba de abrir las puertas legales a una turba reaccionaria con la peor de las intenciones. Un Estado es sólido en la medida, también, en la que son respetadas sus normas, y esas van desde la formalización de sus ciudadanos hasta el respeto a las fiestas preceptivas. De reventar lo segundo ya se encargan algunos Ayuntamientos vascos que obligan a trabajar a sus funcionarios en el día de la Fiesta Nacional. Lo primero, por lo visto, es cosa de algún que otro juez timorato.