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Carlos Herrera  
ABC, 29 de octubre de 2021
El áspero panorama inmediato

A todos estos cuentistas les espera un difícil tránsito presupuestario

No parece que la inagotable cascada del devenir vaya a ser excesivamente propicia para el Gobierno de Pedro Frankenstein. Ayer respiró con los datos de la EPA, pero sufrió con los del INE: se creó empleo en el tercer trimestre, normalmente bueno de por sí, pero los precios amargaron los datos. Mucho del crecimiento pertenece al sector servicios, que suele ser más precario y temporal que el de la industria o la construcción, y buena parte del grueso contratado pertenece al área temporal, que no al del empleo fijo. O sea, que sí, que algo de alegría, pero menos. Con estos datos, transformar la legislación laboral en una roca pétrea en lugar de un ente flexible -como pretenden Podemos y los sindicatos- se acerca a la figura del autoagobio y del enfrentamiento con Bruselas. Pero ni siquiera ese es el principal problema. Que la inflación haya asomado al 5,5% significa que el aumento de los precios ya no se debe solo al aumento del coste de la energía: también la subyacente está sufriendo la correspondiente repercusión, lo cual confirmaría el peor de los miedos para todo gobernante, asistir al fenómeno indeseable de que la tarifa eléctrica llegue a la cesta de la compra. Un IPC temerosamente alcista encarece mucho las cuentas públicas por la consiguiente subida de pensiones y sueldo de empleados públicos, pero también las reclamaciones sindicales a las empresas para que los trabajadores no pierdan poder adquisitivo, lo que parece inevitable. Muchas de esas empresas no podrán responder y el escenario general, tanto de trabajadores como de empleadores, tenderá a un inevitable empobrecimiento. Siendo un Gobierno de izquierdas puede que ello no tenga repercusiones sociales -de ser de centroderecha supondría fuego en las calles-, pero la situación no será cómoda.

Por demás, a todos estos cuentistas profesionales les espera un difícil tránsito presupuestario. Nada que haga peligrar su existencia, pero sí que le obligue a beber el áspero brebaje de algunos tránsitos: cualquiera de los socios de Sánchez sabe que sin él obtendrían menos que con él al frente del Gobierno, así que tensarán la cuerda pero no la romperán. Los bilduetarras le exigirán cambiar el Código Penal para poder excarcelar a sus asesinos favoritos. Los independentistas catalanes querrán acercarse a un referéndum y a algún tipo de amnistía -además de reformas penales- que hagan posible un nuevo intento golpista. Los sacamantecas del PNV reclamarán el AVE y la gestión de lo poco que quede de presencia del Estado en el País Vasco. Sus socios de Podemos, por demás, hundirán sus garras en la Vivienda y la Mordaza. Y a todo esto, con pronósticos de crecimiento seriamente contraídos por cualquier servicio de estudios medianamente serio, el último de ellos Funcas. Y con Argelia desconectando uno de los dos gasoductos con los que sirve a España el suministro imprescindible para un invierno que se antoja tembloroso. Y con el TC declarando inconstitucional cada decisión tomada en la pandemia.

Hay años en los que es mejor no levantarse. A ver cómo salen de todo esto.