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Carlos Herrera  
ABC, 2 de julio de 2021
El hartazgo en Cuba

 Siempre contaron los sátrapas isleños con la colaboración entusiasta de reputados euroidiotas

La pandemia mundial motivada por un virus chino ha amortiguado la atención concreta que muchos manteníamos sobre escenarios particularmente próximos y casi familiares; el cubano es un ejemplo de ello. Ahora que el PC chino celebra sus cien años ante el estupefaciente aplauso de buena parte de la izquierda estúpida -mediática y institucional- del mundo, que celebra la historia de una organización responsable de la muerte y exterminio de millones de personas, es buen momento para preguntarse qué ha sido de aquellas otras referencias mundiales de todos los progres tontos habidos y por haber en la ‘euro idiocia’ en la que nos desenvolvemos. Cuba, qué decir, es una de ellas. El régimen tiránico de la isla ha vuelto a la noche pavorosa de la que nunca se acabó de librar, eso que Fidel y su tropa bautizaron como ‘Período especial’, al inicio de los noventa, como consecuencia de diversas circunstancias que han puesto al límite, de nuevo, a la capacidad de resistencia del sufrido ciudadano antillano.

El régimen familiar de los hermanos Castro siempre ha contado con un pagafantas: fueron los soviéticos hasta que se derrumbó su estado fallido y no pudieron seguir pagando, por ejemplo, la caña de azúcar a precios políticamente inflados; fueron los chinos hasta que el amigo Deng cambió el curso del modelo económico; y han sido los venezolanos chavistas, que han surtido al régimen de petróleo para el consumo y el comercio de segunda mano, hasta que la pandemia, su propia ruina y las sanciones norteamericanas lo han impedido. Siempre contaron los sátrapas isleños con la colaboración entusiasta de reputados euroidiotas que jamás habrían soportado en sus países las limitaciones de libertades que tanto defendían en Cuba, pero que propagandísticamente resultaban efectivos en la opinión pública de sus sociedades. Así han sobrevivido más de sesenta años, ejecutando una política dictatorial terrorífica que ha impedido el desenvolvimiento natural de una sociedad dotada de despiertos instintos de prosperidad e ingenio. Pero ese no es el caso ahora.

El caso está en la reorganización monetaria del país: han acabado con la moneda reciente, el CUC, la han unificado con la inservible moneda de pago estatal, el peso cubano, y han desatado una búsqueda de dólares para comprar elementos de primera o segunda necesidad que solo se pueden adquirir por transferencias en divisas a las que tienen acceso los que pueden recibir remesas del exterior. El desabastecimiento está siendo asombroso y la sombra de la hambruna y la necesidad es algo más que un temor. Este hartazgo, mucho más evidente en zonas del país alejadas de la capital, puede despertar un levantamiento... siempre que el régimen no cuente con elementos simbólicamente terroríficos como Raúl Castro. El actual líder -dejó el Gobierno, pero no el poder- cuenta con algo más de noventa años. El día que desaparezca, una Cuba sometida a la enésima penuria como la actual, reventará, cosa que saben todos, las momias de la Revolución y sus hijos predilectos, hoy en el poder con Díaz Canel a la cabeza. Supongo que también lo sabe el Gobierno español. Permanezcan atentos a la pantalla.