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Carlos Herrera  
ABC, 8 de enero de 2021
España para rato

Lo siento por aquellos que seguramente constataron que hay Rey para rato. ¡Qué disgusto! 

Esta España nuestra desarrolla una inusitada capacidad para escenificar aldeanismos contumaces. Con motivo de la algarada pintoresca asaltando el Capitolio norteamericano a cargo de un remedo de los Village People -sin restarle la gravedad que tiene-, los mismos populistas que planificaron en su día «rodear el Congreso» o que ejecutaron el asalto al Parlamento catalán alertan del peligro mundial de los enemigos de la democracia. Invita a la carcajada. Como invita a una cierta melancolía de la Cataluña de otrora -muy otrora- el hecho de que una portavoz del Gobierno catalán, si es que existe dicho gobierno, regale una urna de los chinos para la subasta que tiene como fin proporcionar regalos a los niños desfavorecidos de la comunidad. Radio Barcelona, donde tuve el honor de trabajar, hace un porrón de años, organiza aquello de «Cap Nen Sense Joguina», un loable programa radiofónico que puso en marcha en su día mi querido Pepito Miralles, a quien tanto añoro. Gente que cede cosas, y dinero que se recauda a cambio. También lo hacía la Radio Juventud de la época, qué tiempos, con el gran Toni Guerrero al frente. Lo bueno del tuper de Montserrat Budó es que siempre hay algún cretino dispuesto a pagar un puñado de euros por el símbolo del mayor ridículo de la Cataluña de hogaño. El independentismo catalán está de psiquiátrico. Pero no era de ese tipo de excrecencia de la que quería hoy perorar. Ni de la anterior.

Me ocupa este día de hoy el discurso de la Pascua Militar. El Rey. Ese Rey que ha sufrido desde que alcanzó el Trono una presión muy similar a la que Trump está protagonizando en USA: una discusión feroz del sistema democrático impulsada desde dentro de las instituciones, en este caso desde el mismo Gobierno. Ese Rey ha respondido con inteligencia y serenidad al pulso que la cochambre podemita -con el beneplácito del PSOE- le ha venido planteando de forma continua. Mientras el Gobierno quería centrar el acto en un grupo de jubilados que anda soltando baladronadas por guasap con la intención de magnificarlo y convertirlo en una amenaza democrática, el Rey habló de la Constitución y de la obligación general de respetarla y hacerla respetar, lo cual no es poco para el basurero ideológico que le escuchaba. La celebración de la Pascua Militar no puede rondar en torno a un grupo de militares retirados nada representativos de las Fuerzas Armadas. La Pascua debe homenajear a quienes, desde una formación exhaustiva y exquisita, desempeñan una labor extraordinaria contra la pandemia, por ejemplo, además de los trabajos esenciales referentes a la Defensa Nacional. Hemos tenido a militares atendiendo residencias, colaborando en labores de desinfección, los tendremos y los veremos colaborando en la campaña de vacunación, y a ellos, junto a los que perfilan cada aspecto que redunda en nuestra seguridad. Hizo bien Felipe VI dedicando sus palabras a quien debía dedicarlas.

Lo siento por aquellos que seguramente constataron que hay Rey para rato. Qué disgusto, porque hay España para rato.